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Enrique Paris y la crisis de las isapres

El ex ministro de Salud es crítico con el sistema privado y acusa presiones empresariales por frenar la reforma a la salud desde los tiempos de Lagos. Pero también diagnostica que el Gobierno tiene el alma dividida y que hay un sector que busca hacer caer a las isapres. Por Lenka Carvallo Giadrosic.

Foto: Claudio Cortés, gentileza de El Mercurio.

Entrevista publicada el 26 de enero de 2023 en La Segunda.

Enrique Paris planeaba llevar una vida más tranquila, lejos del “tren bala” en el que se embarcó durante dos años y seis meses, como ministro de Salud (2020-2022), gran parte de este período marcado por el covid-19.

“Incluso agrandé mi casa en Ocoa, donde pensaba vivir. Tenía ganas de descansar, de no hacer nada, simplemente dedicarme a leer, pero no pude. Mis padres trabajaron casi hasta los 80 años en la farmacia que tenían en Puerto Montt y parece que voy por el mismo camino”, dice el médico cirujano, expresidente del Colegio Médico (2011 -2017), fundador del Centro de Información Toxicológica y de Medicamentos (CITUC); asesor de los titulares de Salud, Michelle Bachelet y Álvaro Erazo y exdecano de la Escuela de Medicina de la Universidad Mayor. En septiembre de 2022, Paris asumió la presidencia del Instituto de Políticas Públicas en Salud de la Universidad San Sebastián (IPSUSS); un cargo más tranquilo, afirma, y de ello da cuenta la quietud de su oficina en Avenida Los Leones, donde alguna vez estuvo el Santiago College.

“Aquí hacemos investigaciones en salud y publicanos estudios”, cuenta el académico de la casa de estudios conocida también como el “centro de operaciones” del piñerismo, y que aglutina a varias de sus figuras, como el ex ministro del Interior, Andrés Chadwick, decano de la Escuela de Derecho.

Paris cruzó la frontera política en 2017 al sumarse al equipo de campaña de Sebastián Piñera, quien en junio del 2020 lo nombró a la cabeza del Minsal, donde se mantuvo imbatible como una de las figuras mejor evaluadas del gabinete. Hoy, con Piñera conversan regularmente. “Él me molesta porque cumplí 74 años y él todavía tiene 73; dice que es más joven que yo”, apunta sobre la relación con su exjefe, quien lo tenía entre sus cartas para el consejo de expertos constitucionales. Con el plebiscito me invitaron muchos debates y eso me llevó a pensar en otros caminos”, cuenta el exministro, hoy también panelista quincenal en radio en ADN, donde opina de distintas materias.

—Por lo visto entró derechamente en la política.

—Me han ofrecido ser candidato a constituyente; hay dos partidos que me han tentado y lo estoy pensando. El expresidente además me puso en una lista junto con Paula Daza, con quien conversamos mucho siempre, pero nosotros no servimos para eso. Mi abuelo paterno fue concejal; si yo tuviera que partir por algo, sería algo así, de lo más abajo posible.

Sobre la gestión de Gabriel Boric, señala: “En los gobiernos siempre hay disputas; cae un ministro, sube otro y se cometen errores, pero los de ahora han sido mayores. A nosotros el Presidente Piñera nos tenía cortitos, lo que no quiere decir que fuéramos como niños, pero estaba informado de todas las materias al 100%. Boric, en cambio, dijo que no iba a andar “respirándole en la nuca” a los ministros, porque alguien así no es un buen Presidente. Bueno, parece que hay que estar encima algunas veces”.

—¿Lo dice por los errores que han ocurrido últimamente?

—No sé si estos han sido por problemas de autoridad o porque no ha tenido la capacidad de controlar a sus ministros y se escapan por la libre sin consultar al comité político. Pero claramente algo no funciona bien.

—¿Cómo ve el enfoque del Presidente Boric en materias de salud?

—Tiene una mirada muy asertiva, por ejemplo en salud mental, que es un tema muy importante a nivel global. Lo del copago cero también me gustó, pero fue un balde de agua fría que el Presidente anunciara que la tramitación de la reforma de salud será para fines de este año o el que viene, cuando es una materia urgente. Nosotros, a pesar de todo el trabajo que significó la pandemia, desarrollamos una propuesta para un sistema mixto, con un plan universal de salud y un fondo solidario, donde la gente pudiera disponer de su 7%, pero con una distribución más justa de ese fondo, enfocado en los que más necesitan. Todo eso quedó en veremos o en nada. La pandemia nos dejó una lección muy importante: la colaboración público-privada, eso no puede desaparecer. Gracias a eso recibimos alrededor de 960 camas UCI y logramos llegar a más de 4.400, lo que fue un esfuerzo gigantesco, una inversión enorme, que permitió salvar muchas vidas.

El doctor suspira: “Es lamentable, porque se viene insistiendo desde que estaba el Presidente Lagos. Ahí, el padre de la reforma, el doctor (Hernán) Sandoval, envió el proyecto de ley para el GES- Auge junto con la propuesta para la creación de un sistema de salud más solidario, que modificara la ley de isapres y mejorara Fonasa. Pero había que negociar y ceder en algunas cosas para aprobar otras, y ese proyecto no avanzó. Luego la Presidenta Bachelet creó una comisión para la reforma a la salud. El Presidente Piñera también presentó la suya en su primer gobierno, pero las cosas fueron quedando”.

—¿Por qué razón?

—Por falta decisión y fuerza para empujar.

—¿Eso simplemente?

—También por presiones de los gremios y de alguna parte de la industria para demorar los avances.

—¿Se refiere a las isapres?

—Claro. Ellas debieron haber apoyado una reforma al sistema mucho antes; se habrían evitado todos estos avatares que tenemos hoy, pero fueron muy poco inteligentes y les faltó visión. Un claro ejemplo es el cálculo del valor de la cotización. Cuando no se legisla adecuadamente, y eso es lo que ha pasado, son los tribunales los que deben fijar la pauta y, como en este caso nunca se definió una forma efectiva y transparente, los casos se judicializaron. Eso condujo a un gasto gigantesco en costas que quedó en manos de grupos de abogados y fue minando de a poco el financiamiento de las isapres.

«Tengo la impresión de que algunos en el Gobierno dicen ‘bueno, los usuarios de las isapres son sólo un 18% de la población; siempre han tenido beneficios; dejémoslos caer’”.

—Como ex ministro, ¿usted conversó con los representantes de las isapres sobre esta falta de visión?

—Estaban muy conscientes de que era necesario cambiar, pero ya era tarde. Con los dos años de pandemia no se pudo hacer mucho y el golpe les llegó de sopetón. Por eso digo que esta crisis se pudo haber evitado, porque las isapres tuvieron ganancias enormes durante muchísimo tiempo; pudieron haber rebajado los planes, pero se escudaron en sus políticas de reinversión, lo que por un lado fue bueno, pero a su vez se producía una integración vertical, con todos los servicios en manos de un solo holding, algo que advertimos desde el Colmed. Ahora no hay que llorar sobre la leche derramada, pero se pueden sacar lecciones.

—¿Qué tan grave es el problema? Algunos creen que se viene una catástrofe.

—Yo no hablaría de catástrofe; el tema, más que las isapres como instituciones, son los más de 3,4 millones de cotizantes y sus cargas familiares; ellos están muy preocupados y deben recibir señales de tranquilidad.

—¿Qué tan grave es la situación entonces?

—Las isapres tienen una deuda con las clínicas de más de 558 mil millones, lo que es una muestra de que tal vez no tengan fondos suficientes. Esto ha llevado a que algunas prestadoras ya no están aceptando bonos y ahora exigen el pago total por sus servicios (contra reembolso de la isapre para el usuario). Es muy complejo, porque, de generalizarse esta práctica, no todas las personas podrán contar de un día para otro con 2 o 3 millones de pesos para hacerse una intervención. Si llegamos a esto, habrá mucho malestar. Carraspea y advierte: “En el Colmed se han dado cuenta de la gravedad. Su presidente, el doctor (Patricio) Meza; y el secretario nacional, (José Miguel) Bernucci, han sido muy duros porque saben que una parte importante de los médicos y los equipos de salud viven de los bonos y una crisis del sistema podría repercutir esto en sus ingresos y ritmo de vida. Además, si las isapres desaparecen y los usuarios se van a Fonasa, se sobrecargará aún más el sistema público.

—El martes la ministra Vallejo anunció que en marzo se enviará la ley de isapres al Congreso.

—Lo veo como una señal política para tratar de tranquilizar el ambiente, además de que ocurre justo después de que se reuniera el comité político; seguramente se le sugirió al Presidente tomar medidas ante el peligro que corren los afiliados de quedar sin cobertura, y por la presión internacional de los holdings dueños de las isapres, lo que puede complicar aún más las relaciones exteriores del país, ya deterioradas con lo ocurrido en Cancillería en estos días (dice por la filtración del WhatsApp).

—¿Ve a esta administración preparada ante un escenario que se avizora tan complejo?

—Tengo la impresión de que algunos en el Gobierno dicen “bueno, los usuarios de las isapres son sólo un 18% de la población; siempre han tenido beneficios; dejémoslos caer”. Y como el Gobierno tiene el alma dividida entre los que quieren que desaparezcan y los que no… Hasta el propio director de Fonasa, Camilo Cid, dijo que estaba por hacer desaparecer las isapres en un diario de Punta Arenas, curiosamente, la ciudad del Presidente.

“Obviamente que esto se debe estar discutiendo internamente, pero de ser un tema social y económico, ahora se transformó en problema político o más bien ideológico. Quizá por lo mismo, para equilibrar un poco las cosas, es que trajeron de vuelta a la doctora Jeanette Vega (la exministra de Desarrollo Social, experta en salud pública, exdirectora de Fonasa y exsubsecretaria de Salud) al equipo encargado de la reforma, coordinado por el doctor Bernardo Martorell. Ella trabajó en la empresa privada, en la Red Christus y nadie puede poner en duda sus conocimientos. Me parece una excelente señal de tranquilidad la que ha dado la ministra Aguilera”.

«Se nota la mano del subsecretario (Cuadrado) porque ha bajado muy fuerte la tasa de vacunación contra el Covid-19; casi no se hacen exámenes de laboratorio, que es como medir la temperatura del paciente para evaluar lo que está pasando. No hacerlo es un autoengaño».

—En un artículo en «La Tercera», se mencionaba al subsecretario de Salud, Cristóbal Cuadrado, como uno de los miembros del Gobierno que estarían por “dejar caer” a las isapres. ¿En qué posición deja esto a la ministra?

–A Cuadrado no lo conozco mucho y no sé si está en esa línea, pero mientras estuve en el Minsal y él era asesor en el Colmed, nos atacó muchísimo; en Twitter dijo que éramos unos criminales y luego lo borró.

—El mismo artículo también mencionaba a Miguel Crispi, hoy asesor en el segundo piso.

—Él me interpeló cuando me llamaron al Congreso y no terminó su intervención; aparentemente se molestó porque no contesté lo que me preguntaba, aunque, más bien, lo que pasó fue que no tuvo suficientes argumentos para interpelarme.

—¿Usted conocía a Ximena Aguilera?

—La ministra trabajó con nosotros en el Minsal, como presidenta del comité asesor en pandemia y tengo de ella la mejor impresión. Es una persona que sabe muchísimo de salud, que fue parte del comité asesor de la OMS para el manejo de las pandemias.

—Está bien evaluada transversalmente, aunque dicen que está muy sola.

—Tengo la impresión de que se entiende muy bien con el subsecretario de Redes (Asistenciales), Rafael Araos, aunque aparentemente no sucede así con el otro subsecretario (Cristóbal Cuadrado). Sería muy negativo para el Minsal, ahora que lo conozco de adentro. Aquí tiene que haber una colaboración muy íntima y afiatada entre la titular de la cartera y las subsecretarías. Cuando esto no ocurre, se dificulta mucho la marcha.

—¿Cómo afectaría esto cuando se teme una arremetida del covid-19?

—Ahí se nota la mano del subsecretario (Cuadrado) porque ha bajado muy fuerte la tasa de vacunación; casi no se hacen exámenes de laboratorio, que es como medir la temperatura del paciente para evaluar lo que está pasando. No hacerlo es un autoengaño. Nosotros realizábamos 100 mil por día para la pandemia. También veo muy baja la velocidad de la tasa de vacunación: sólo el 24% de la población que debía vacunarse con la dosis de refuerzo lo ha hecho; los adultos mayores hasta hace poco eran del 3,4%. Son cifras catastróficas. Entonces si no hay una buena coordinación dentro del ministerio, eventualmente pueden aparecer baches en el camino.

—¿Se ha subestimado esta nueva arremetida del covid-19?

—El virus ha ido mutando; se ha vuelto muy contagioso, pero es cada vez menos letal e irá dando paso a una endemia, cuyos casos aumentarán en el invierno. Lo ideal es que hubiese una va- cuna mixta, influenza y coronavirus, que se coloque anualmente. Ese será el futuro.

—¿Por qué es tan urgente reforzar desde ahora?

—Las primeras dosis se hicieron con la cepa original y probablemente no cumplen con las variantes derivadas del Omicron, que son muy contagiosas, pero no letales. Por eso es muy importante reforzar la vacunación ya.