Suscríbete

Davor Harasic: «Le he tomado mucho cariño a Jorge Mateluna»

El ex decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile habla de su relación con el ex frentista y con su familia.  Asegura que no hay razones fundadas para revocar su indulto. Promotor de la AC, hoy le preocupa el nuevo acuerdo y, sobre su participación como abogado de Penta, admite: “Es un estigma, claro que sí. Pero no me molesta mientras esté tranquilo con mi conciencia”. Por Lenka Carvallo Giadrosic para La Segunda.

Foto: Claudio Cortés, gentileza de El Mercurio.

Publicada el 11 de enero de 2023.

Davor Harasic Yaksic (74), nació en Bolivia. Su padre, un inmigrante croata, llegó al país a los 12 años.

“Él aprendió a leer y escribir en español gracias a un libro que enseñaba recetas de chocolates. Así supo cómo cocinarlos y terminó creando su propia fábrica en Oruro, chocolates Harasic. Cuando se casó con mi madre la vendieron para irse a  Cochabamba, donde yo nací”, cuenta quien fuera decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile entre 2015 y 2018, cargo al que renunció durante la toma feminista de ese año.

En estos días el nombre de Harasic se ha vuelto frecuente en los medios tras el indulto del ex frentista Jorge Mateluna, liberado el 31 de diciembre junto a otros 12 presos del estallido, lo que desencadenó una grave crisis al interior del gobierno de Gabriel Boric recién empezado el año.

“Me habría gustado que sólo se hubiese indultado a Jorge. Todo habría sido más simple; ahora lo mezclan con Castillo y los llamados presos del estallido, con los que él no tiene nada que ver”.

—¿Cómo llegó a involucrarse en la defensa de Jorge Mateluna?

—Yo era decano de la Facultad de Derecho y la actriz Blanca Lewin pidió reunirse conmigo. Según ella, se había cometido una gran injusticia al condenar a una persona inocente; fue muy convincente. Le pedí que me llevara el expediente para estudiarlo; le saqué 5 copias y se lo llevé a cuatro profesores de la facultad, entre ellos Juan Pablo Mañalich, Jonathan Valenzuela y Claudio Moraga. A las dos semanas concluimos que la condena era cuestionable, por no decir que para nosotros Jorge era inocente. Como él ya estaba condenado, sólo nos quedaba presentar un recurso de revisión, que es muy poco utilizado porque sus causales son muy acotadas, pero estábamos tan convencidos de que el caso no había sido bien llevado que apostamos a que pudiera darse un “supremazo”. Elaboramos un documento de 80 páginas donde enumeramos todas las irregularidades. Conseguimos nuevas pruebas, entre ellas un peritaje al video de seguridad del banco, que muestra  la entrada y salida de  los tres asaltantes.

Harasic se refiere al robo, en  2013,  al Banco Santander de Pudahuel, donde los tres asaltantes se llevaron más de $60 millones de pesos y dispararon a carabineros con un fusil M-16.

“El perito concluyó que ninguno de los tres ladrones podía ser Mateluna. Eso nos confirmó que él no estaba entre los asaltantes”. 

—¿Dónde se encontraba?

—A esa hora iba camino a la municipalidad de San Miguel a entregar una propuesta de un trabajo cultural. Tomó una micro desde su casa y continuó su trayecto hacia allá caminando. Pasó un patrulla de carabineros y le pidieron su identificación. Cuando llamaron para verificar sus antecedentes, saltó que se trataba de un ex frentista y se lo llevaron. No hubo sitio del suceso ni empadronamiento. Al día siguiente los carabineros volvieron y, según ellos, encontraron en un basurero un chaleco y unos guantes… En la transcripción del audio de la patrulla al momento de la detención, que ellos enviaron al tribunal, decía que era inaudible. Conseguimos el registro y se escuchaba perfectamente… Pero en el recurso de revisión no pudimos presentar ninguna de estas pruebas, la Suprema no lo permitió porque los recursos de revisión son, como su nombre lo indica, para revisar los antecedentes a la fecha en que se dictó la sentencia, y ahí el peritaje nuestro no existía. Eso fue lo que pasó.

—Entiendo que Gabriel Boric y Matías Meza-Lopehandía, ex alumnos de la universidad, le pidieron defender a Mateluna…

—No, no es verdad. 

—¿Blanca Lewin llegó a través de ellos entonces?

—Habría que preguntárselo a ella…

Suspira:

—Mira, se han dicho tantas cosas… Nunca he trabajado con ellos de este asunto, es más, te diría que nunca hemos hablado. En una oportunidad Gabriel fue a una obra de teatro que se dio en la facultad sobre Mateluna («Mateluna inocente»), pero yo no sabía que estaban involucrados en este asunto.

—¿Fueron alumnos suyos?

—Matías Meza-Lopehandía sí, en derecho procesal por tres años. Un muy buen alumno, muy inteligente. A él no lo veo desde hace siete u ocho años.

—Alfredo Jocelyn-Holt, en su libro La Escuela Tomada, dice que ellos se confabularon con los profesores, en especial con usted, para sacar del decanato a Roberto Nahum en el movimiento universitario de 2009.

—Pero mira quién lo dice: Jocelyn-Holt, o sea, por favor… No me hagas pronunciarme acerca de ese señor. No le voy a dedicar ni medio minuto.

—Llaman la atención estas rivalidades que existen en el campus de Derecho, ¿por qué pasa esto?.

—A todos nos llama la atención. Es como un anticipo de lo que está pasando en Chile.

Jorge Mateluna.

Davor Harasic estuvo con Jorge Mateluna el día de su liberación desde la Cárcel de Alta Seguridad y lo visitaba con regularidad hasta que vino la pandemia. 

“Le he tomado mucho cariño; es un hombre muy especial, muy lógico, analítico, afectuoso, de piel. Con quien sí me he visto muchas veces es con Claudia (Godoy), su señora, que se ha jugado por entero por ese hombre. Claudia ha movido el mundo para obtener este indulto”. 

—¿Cómo estaba él el día que fue puesto en libertad?

—Golpeadísimo. Imagínate, estuvo 8 años preso. Entremedio fracasó el indulto de Michelle Bachelet, que pensábamos que iba a resultar porque estaba firmado y ya no quería ilusionarse. Ahora Jorge está feliz con su Claudia, su Aleco y pudo celebrar su cumpleaños en familia… Pero no he querido hablar con él porque está fuera de Santiago y, con toda esta cosa de que se puede declarar nulo el decreto… Quiero que  goce de su gente, que se reencuentre con su familia y vea qué hacer con su vida.

—¿No ha querido hablar con él porque piensa que se puede revocar el indulto?

—Espero que eso no pase. No hay razones fundadas para ello.

—Jaime Campos, el ex ministro de Bachelet, dice otra cosa. 

—Quiero harto a Jaime, pero él tiene un tema personal por el cual no se atrevió a firmar (en la anterior oportunidad) y ahora está con mil elucubraciones… Mira, hay personas que afirman que los decretos son revocables, pero he conversado con los abogados más respetables del derecho administrativo, como Claudio Moraga, Luis Cordero, Carlos Carmona y ellos afirman que no,  algo que por lo demás enseñan en sus textos. Hay mucha literatura.

—El ex ministro Isidro Solís, dice que el decreto no fue fundado y, por lo tanto, puede ser invalidado por el Presidente, por la Contraloría, por el Tribunal Constitucional. 

—Está totalmente equivocado. Pero no es momento de explicar por qué. Los argumentos los daré si alguien se atreve a impugnar. 

—¿Se puede indultar dos veces a una misma persona?

—Sí, porque en el primer indulto de Mateluna (en el 2004, con Ricardo Lagos) fue a virtud de una ley creada para condenados por delitos perpetrados tras el retorno a la democracia. Esto redujo su condena de cadena perpetua a 10 años de cárcel, lo cual él cumplió. Lo que hay ahora es un decreto presidencial que deja sin efecto la pena (de 11 años por robo con intimidación, por el asalto al banco).

—En estos días se han acusado una serie de errores de forma y fondo. La misma vocera dijo que el Presidente no contó todos los antecedentes sobre su escritorio… ¿Esto se habría evitado si la cartera hubiese estado a cargo de un abogado?

Suspira:

—Me parece que el ministerio es tan técnico que debe ser difícil ejercerlo si no eres abogado… La ex ministra, una persona brillante, de una gran calidad humana. Pero a mí no se me ocurriría ser ministro de Salud, ¡tampoco de Justicia! (ríe).

—¿Fue justificada la molestia de los jueces cuando el Presidente dijo que tenía la convicción de que Mateluna era inocente?

—No me voy a pronunciar… Sí puedo decir que Mateluna, para el sistema judicial, no es inocente porque hay una sentencia que lo declara culpable. Por eso la Suprema le contestó lo que le contestó.

—¿Le han faltado buenos asesores al Presidente?

—No conozco lo suficiente a Boric, pero me da la impresión de que es un hombre muy prístino. No es posible que no sepa que Mateluna, para el sistema, es culpable, siendo él abogado además… A lo mejor lo que quiso decir es que él no lo siente así.

—A todo esto, ¿qué le parece el nuevo titular de la cartera, Luis Cordero? En el 2016, como decano firmó un sumario en su contra por plagio… Él ha dicho que ese fue uno de sus momentos más dolorosos… 

—Para mí también fue uno de los episodios más duros de mi decanato al tener que sancionarlo. Fue muy triste. Tengo una opinión de él inmejorable; un hombre responsable, lógico, estudioso, tranquilo, muy respetado y un excelente profesor. 

«Haber defendido a Penta es un estigma, claro que sí. Pero no me molesta… Estoy tranquilo con mi conciencia».

Declarado promotor de la Asamblea Constituyente (AC), fue en 2016 que el entonces decano de Derecho de la Universidad de Chile, entregó a la Presidenta Michelle Bachelet un documento con propuestas realizadas por 63 académicos chilenos y extranjeros, entre ellos el rector de la UDP Carlos Peña, el ex ministro del TC Jorge Correa Sutil y el abogado constitucionalista Patricio Zapata, entre un grupo transversal.

Hoy, luego del lapidario rechazo del pasado 4 de septiembre, analiza: “Esto nació mal desde la primera sesión cuando se festinó el himno nacional y continuó con un despliegue de lucimientos personales y falta de empatía para conversar y generar acuerdos. Es una pena, porque había gente muy valiosa, como Jaime Bassa, Patricio Fernández, Patricia Politzer, Agustín Squella, Fernando Atria… Gente estupenda. Pero lamentablemente el proceso fracasó.

—¿Usted rechazó?

—No, voté Apruebo. Para mí la carta era perfectible. Mucho mejor que rechazar para no saber lo que iba a venir…

—Y de lo que vino, ¿qué opina?

—Me molesta un poco la forma cupular de cómo surgió, efectuado entre los mismos políticos… 

—¿Dónde pone las alertas?

—En cómo será la elección de los convencionales y de los expertos que los asesorarán…

Toma un sorbo de  su café.

«Estoy pesimista, no sé si ellos tendrán la tranquilidad para que el proceso no se contamine…».

—¿A qué se refiere?

—Como país estamos viviendo un momento de gran crispación y eso se nota en la calle: si vas caminando y chocas con alguien sin querer, te tapizan a garabatos. Atrévete a tocarle la bocina a un conductor que se quedó pegado en una luz verde, porque no sabes lo que te puede pasar. Entonces me pregunto: ¿cómo los convencionales serán capaces de sustraerse de este crispamiento y sentarse tranquilamente a conversar acerca de qué es lo mejor para nosotros sin llegar con una verdad previamente establecida? Hemos perdido la capacidad de conversar y eso lo encuentro atroz. 

—¿Será recuperable nuestra capacidad de diálogo?

—Lo logramos en el ‘90, en cierto modo. Pero ahora están las redes sociales y los algoritmos. En Twitter el que no piensa como yo es un enemigo.

—¿Desde cuándo viene esta polarización?

—De los últimos 5 o 6 años, tal vez más. 

—¿Cuánto habrá influido en esta crisis la impunidad de las diferentes instituciones? Se lo pregunto por las famosas clases de ética con las que fueron castigados Délano y Lavín tras el fraude de Penta, el icono de la impunidad empresarial. 

—No me puedo pronunciar sobre eso porque fui abogado. Tengo prohibición de referirme por el código de ética. Pero yo renuncié al caso (cuando fue elegido rector) y luego estas personas fueron sentenciadas con cárcel.

—En Capitán Yáber…

—Bueno, es la cárcel… Han habido otros casos emblemáticos donde no ha existido sanción alguna. En éste, para bien o para mal, hubo un juicio y una sentencia.

—¿Su rol como abogado de los dueños de Penta, se ha convertido en un peso para usted? Me refiero a cómo es percibido por la opinión pública.

—Puede ser… Es un estigma, claro que sí. Pero mira, no me molesta mientras yo esté tranquilo con mi conciencia. Esta sociedad es esencialmente estigmatizadora y, si esto te afecta, mejor refúgiate en un una cueva o ándate a un pueblo chico al sur de Chile. Lo importante es hacerse un examen de conciencia, revisar tus conductas y yo no cometí errores.