“Siempre supe que ellos dirigirían al país”, admite el ex diputado UDI, quien entró al Congreso junto a la “bancada estudiantil” que ahora arribará a La Moneda. “Pero veo a su alrededor fuerzas con una lógica destructiva, sobre todo en la Convención”, advierte.
(Entrevista publicada el 4 de marzo en La Segunda).
Por Lenka Carvallo
“Quiero descansar”, afirma Jaime Bellolio a 8 días del cambio de mando, cuan- do Sebastián Piñera le entregue la banda presidencial a Gabriel Boric, una figura a quien el vocero de gobierno conoce bien. Entraron juntos al Parlamento en el 2014 y, pese a estar en lugares opuestos del hemiciclo, fueron cultivando lazos que mantienen hasta hoy, algo de lo cual este ingeniero comercial —de la generación “liberal” de la UDI— irá relatando en la conversación.
Pronto su despacho en La Moneda será ocupado por la ex diputada del PC, Camila Vallejo, con quien también mantuvo un trato cercano desde sus tiempos parlamentarios, hasta que el estallido los distanció, según admite.
“Quiero dedicarle más tiempo a mi familia, a mis 4 hijos, retomar mi taller de madera, leer, volver a hacer deporte… En el fondo, invertir en salud mental. El 11 de marzo ya habrán sido 550 días como vocero”.
—Parece que los tiene contados…
—Sí (ríe). Pero a pesar de los momentos duros, ha sido una experiencia muy positiva. Sin el equipo que me acompaña habría sido imposible sobrevivir a la mala onda, a las críticas durísimas… Hubo muchas tempestades.
—¿Qué fue lo más difícil?
—La acusación constitucional contra el Presidente; vi mucho odio, hipocresía… En el pasillo te decían una cosa y frente a las cámaras otra muy distinta con el objetivo de producir daño y conseguir un efecto político ad portas de las elecciones.
Toma un poco de agua:
—Quisieron dañar a la familia del presidente a través de fake news… Cuando estás en política desarrollas una coraza, pero eso no ocurre siempre con los que están a tu lado… Eso duele.
—Fue el presidente quien permitió que su familia se involucrara en sus negocios, como ocurrió con Dominga. ¿No es eso exponerse acaso?
—Cuando él decidió ser presidente en su primer período hizo la separación. Él estaba dedicado a la política y a la gestión del Estado, mientras que su familia legítimamente tiene su esfera, entonces las amenazas no tienen ninguna justificación. En ese momento (en la previa de la Acusación Constitucional) me llamaban y me decían ¿por qué te quemas? Sal de ahí.
—¿Gente de su sector?
—Sí, y también personas de izquierda y centroizquierda que me tienen buena. Pero estaban en juego mis creencias y opino que el mandato popular debe respetarse; los presidentes tienen que terminar su período. Pero no hubo interés en conocer la verdad sino en producir daño.
—Hace unos días recibió aquí mismo a su sucesora, Camila Vallejo. Desde los días del estallido que estaba por la destitución y promovió la acusación constitucional.
—Fuimos compañeros en el Congreso durante los 6 años y medio en que me tocó estar allá, al igual que con Gabriel Boric, Giorgio Jackson, Vlado Mirosevic (fundadores del Frente Amplio) y también con Karol Cariola y la futura vocera, aunque distinta. Ellos son más chicos que yo (tiene 41 años), pero también fui dirigente estudiantil (presidió la FEUC el 2003); teníamos ciertos códigos y podíamos entendernos relativamente bien. Debatimos en el Congreso y fuera de él, en la radio, la tele… Con Giorgio estábamos en el mismo equipo de fútbol de la Cámara de Diputados, que era muy bueno; un espacio de encuentro, de jugar en equipo y donde compartíamos el medio campo, contención, creación y lateral. Nuestro delantero era Fidel Espinoza (PS). Entonces hay una relación de transparencia y honestidad, de decirnos las cosas tal cual. Ahora me toca entregarle el mando a quien el presidente Boric decidió que fuera su vocera y quiero que sea lo más republicano posible.
Y sobre la reunión que sostuvieron la semana pasada, cuenta:
—Con Camila nos conocíamos de antes, lo que ha facilitado las cosas. Cuando estuvo acá, le hice un recorrido y le conté que había preferido trasladar mis cosas a este lado por- que el despacho original (mira hacia a dos grandes puertas de madera que conducen a otro salón) si bien es más amplio, es más frío. Acá es rico en invierno, entra más luz (y mira por los ventanales que dan al Patio de los Naranjos).
“Con quien tengo un trato más humano, personal y de confianza absoluta es con Gabriel. Podemos decirnos absolutamente todo”, cuenta sobre su relación con el próximo mandatario.
—¿Pensó alguna vez que esta generación llegaría a ser gobierno?
—Por su capacidad, por la manera en que trabajan, siempre supe que dirigirían el país. Aunque no me imaginé que sería tan pronto sino que en la próxima elección. A lo mejor la pandemia y el 18 de octubre aceleraron las cosas…
—¿También proyectó que Gabriel Boric sería presidente?
—Gabriel es un tipo que lee harto, reflexiona mucho intelectualmente y es muy abierto en eso, lo que hace muy entretenido conversar y discutir con él. Es un tipo muy capaz. Giorgio se especializa más en lo concreto, como la ejecución de la política pública. Cada uno tiene su propia forma. Entonces claro, veía esa potencialidad.
Entonces admite:
—Cuando era candidato a presidir la UDI (en 2016 enfrentó a Jacqueline Van Rysselberghe) insistí mucho en que nuestro adversario político no era la antigua Concertación sino el “Podemos chileno” (dice por Frente Amplio); veía venir a un grupo de personas que estaban construyendo distintas identidades y con un discurso muy potente… Pero en mi partido me decían que estaba loco, que era absurdo… Cuando entré al Congreso me preguntaban por qué hablaba tanto con ellos; les con- testaba que para saber cómo pensaban, a quiénes leían, cuáles eran sus referentes, si no, ¿cómo podía interpelarlos?
—¿Esa fue la lectura que le faltó a su sector? Terminaron apoyando a Kast, que representa a la derecha dura…
—En mi sector todos sentíamos que Chile nos estaba pasando por arriba; algunos sosteníamos que había que abrazar los cambios que estaban ocurriendo en la sociedad, que éramos parte de esta construcción. Que no se trataba sólo de defender nuestras ideas, sino que de proponer. No sólo jugar a atajar sino que involucrarse en la cancha. Pero no fuimos lo suficientemente audaces para proponer los cambios que se requerían.
“Cuesta mucho que nos reconozcan algo bueno”
—¿Tiene alguna autocrítica? Con las vacunas, sin ir más lejos, el reconocimiento es transversal pero nunca mejoró la evaluación del gobierno. ¿Qué faltó?
—A la comunicación siempre le echan la culpa de la evaluación. Y la pandemia ha estado mediada por las redes sociales y la TV. En la gestión sanitaria tuvimos una oposición durísima, con acusaciones constitucionales e interpelaciones a los ministros, pero cuadruplicamos las camas UCI y empujamos la integración público-privada para dar abasto. Sin embargo, nos criticaron incluso el proceso de vacunación. El Colmed hizo pedazos el pase de movilidad y en cambio propusieron un “cortocircuito”. Cuesta mucho que nos reconozcan algo bueno.
Nos tocaron un montón de crisis: el estallido, la pandemia, la crisis económica, lo de la Araucanía, los levantamientos en la región de Atacama. Lo dijo el presidente en una entre- vista el fin de semana: antes estas cosas se daban en un espacio de 5 años cada una, pero aquí se juntó todo en un sólo período… Ahora incluso hay una guerra.
A propósito del tema, comenta:
—Por un afán de poder totalitario (los rusos) no sólo están dispuestos a cancelar a otras personas, sino que a arrasar con ellas… A veces veo esas mismas luces en nuestra política. No estoy diciendo que para llevar adelante una guerra, pero sí creo que hay una lógica vengativa de hacer desaparecer a quienes no piensan lo mismo.
—¿Los ve dentro del grupo que ahora entra a La Moneda?
—Conozco a varios de los que asumirán en distintos ministerios y siento un gran respeto por muchos. Pero en los grupos que los acompañan veo fuerzas que van en la lógica destructiva y canceladora. Sobre todo dentro de la Convención. El liderazgo que pueda ejercer el presidente Boric en el resultado de la Constituyente es súper importante y que per- mita escribir una Constitución que sea de to- das y todos, no solo para algunos o de “revancha”, como lo planteó Fernando Atria, quien ya antes había instalado la tesis de la “violencia estratégica”, sin una condena moral de que la política no se hace a través de ese mecanismo.
—Sebastián Piñera se mantuvo al margen. ¿Por qué en el caso de Boric es distinto?
— Porque estaba el plebiscito y era necesario mantener la prescindencia. Lo mismo con la elección convencional. Luego empezaron a hablar del reglamento… Pero (en el caso de Boric), no por tener una opinión se puede ver afectada la autonomía. Hoy lo que está en crisis es cómo convivimos. Una Constitución de revancha no permite que todos podamos vivir bajo el mismo techo… Nunca voy a estar a favor de un pensamiento único y cancelador.
—¿El rechazo en el plebiscito de salida entonces puede ser una alternativa?
—No. Falta ver cómo sigue y ahí tomaré una decisión. Hay cosas que preocupan pero también otras que dan una luz de esperanza, pero confío en que el próximo gobierno pueda ejercer una buena influencia. Algunos dirán que soy naive, pero necesitamos un nuevo pacto social y, por tanto, esa conversación que he tratado de propiciar en todos los cargos en los que he estado, también es importante que se dé dentro de la Convención. Que no ganen los que cancelan sino los que dialogan.
—En ese sentido, ¿pretende jugar algún rol para tender puentes de la derecha con el gobierno entrante, así como lo jugó en esos meses desde La Moneda?
—Eso depende del próximo gobierno y, si así lo necesitan, estoy disponible para cooperar en lo que sea posible.
—En el Congreso se ve un panorama difícil. En RN hay voces que pretenden “quitarle fuerza moral a la convención” y “atrofiar” al gobierno de Boric desde el Congreso, como dijo el presidente de ese partido, Diego Schalper.
—Lo que he visto y conversado con muchos dirigentes de Chile Vamos, es que no quieren ser la oposición que le tocó a este gobierno en los últimos dos años, ni tampoco justificar —y menos realizar—una lógica de la cancelación, exclusión y desprecio hacia personas con ideas diferentes.
—¿No ve en la derecha un ánimo de cobrar cuentas por el trato hacia los convencionales de derecha en la CC?
—Si bien es cierto que hay muchos que han tratado de cancelar las visiones de la centro derecha ad hominem, insisto en que no he visto esa misma lógica revanchista en el Congreso.
“Seguiré ligado a lo público con mayúscula”
—¿Cuál será el futuro de la derecha piñerista? Se le mencionó como una carta para la fundación que pretende lanzar el presidente cuando termine su gobierno. Al parecer le contestó que no…
—Quienes estamos en el gobierno reconocemos la impronta que el Presidente ha querido instalar y defiendo ese legado, pero una cosa es dedicarme full time en una fundación y otra es colaborar. Seguiré ligado a lo público con mayúscula, es mi vocación, como a muchos dentro del gobierno y seguiremos desde otras instancias. Desde ahí feliz de colaborar.
—Entiendo que no le ha ido muy bien al presidente… Cuentan que no sólo usted dijo que no.
—Es súper legítimo que algunas personas quieran hacer algún cambio o emprender otros rumbos, pero no tengo ninguna duda que habrá un gran equipo que estará con él, ya sea full o part time.
—¿No será que la figura de Sebastián Piñera está desgastada? Se va con 40 querellas sobre la espalda y una evaluación pública por el suelo.
—La evaluación del presidente cambiará con el paso del tiempo, cuando salgamos de esta hiper-emocionalidad y la polarización política en la que estamos inmersos. Espero que sea el turno de la moderación y que eso suceda más pronto que tarde. Aunque falta. Hay muchas tensiones aún.