La abogada aborda las críticas y reconoce problemas comunicacionales en el gabinete. También reflexiona sobre los errores que llevaron al fracaso de la propuesta constitucional: “No esperaba esta derrota”. Por Lenka Carvallo Giadrosic. Foto: Claudio Cortés, gentileza de El Mercurio.
Entrevista publicada el 17 de noviembre en La Segunda.
En el último piso del que fuera el Hotel Carrera está el despacho de la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Ximena Fuentes. El lugar mantiene la distinción propia de su pasado. Cuenta con una amplia terraza rodeada de plantas donde flamea un pez chino de papel. “Está desde la administración anterior… Parece que es un amuleto de la buena suerte, así que no he querido sacarlo”, dice con cierta superstición mientras recorre la terraza con la mirada.
Originaria de Viña del Mar, los padres de Ximena Fuentes Torrijo son de Valparaíso. “Tengo un cariño especial por el cerro Playa Ancha porque mis papás vivieron por muchos años en la avenida Gran Bretaña”.
Su padre, hoy de 80 años, es ingeniero civil. Su madre era asistente social. “Falle- ció de cáncer de mama. Fue una pena terrible porque era muy joven; sólo tenía 62 años. Yo tengo 52 y en la medida que voy avanzando, pienso: ‘chuta, ¿cuánto me quedará?’, porque es un cáncer que se puede heredar, por eso me cuido mucho. Tengo conciencia de que la vida es corta, hay que disfrutar el presente”.
Doctorada en Derecho en la Universidad de Oxford, académica de la Universidad de Chile y de la Adolfo Ibáñez (en derecho internacional público y solución de controversias, entre otros), Fuentes es casada con el abogado constitucionalista y exconvencional Fernando Atria. Se conocieron en su primer año como universitarios en la U. de Chile.
“Éramos amigos y nos juntábamos en el mismo grupo. Empezamos a pololear recién en cuarto año y nos casamos en 1993. El próximo año cumpliremos 30 años de matrimonio”. La pareja tiene tres hijos: Florencia (estudiante de Derecho en la Chile), Antonia (socióloga de la mis- ma universidad) y Clemente (en cuarto medio).
“Las dos mayores son militantes de Revolución Democrática; son mujeres muy vinculadas con el mundo en el que viven y quieren hacer algo por los demás. Mi hijo más chico sale este año del colegio y con estas hermanas mayores ha tenido que buscar su espacio”.
—Siendo una familia tan política, tiene que haber sido duro para ustedes ese 4 de septiembre. ¿Cómo lo vivieron?
—Uf, como una derrota muy triste. Teníamos la oportunidad de contar con la primera Constitución hecha en democracia, que nos permitiera una mejor vida social y política para el país. No esperaba que ganara el Rechazo, pero así es la vida, de triunfos y derrotas. Para dedicarse a la política hay que ser muy maduro y Fernando es muy resiliente.
Cuenta que, mientras ella asumía su cargo de subsecretaria, su marido se desvelaba trabajando. “Se quedaba hasta las tres o cuatro de la mañana, a veces se amanecía para poder terminar con sus tareas. Fernando hizo un gran esfuerzo de articulación porque la dispersión entre los constituyentes era muy alta; cada uno con sus propias temáticas y objetivos, la mayoría independientes. Fernando le puso mucho pino, pero fue muy difícil aunar una visión común”.
Eso, cree la subsecretaria, habría sido una de las razones que llevaron a la derrota. Aunque tampoco habría sido la única. “No fue menor lo que ocurrió en la ceremonia de inauguración; o el escándalo de este señor que dijo que tenía cáncer y era mentira. En tareas de esta envergadura tiene que haber prestancia; se trata de un trabajo muy importante y hay que estar a la altura”.
—En una entrevista Fernando Atria también reconoció que otro error fu excluir del diálogo a la derecha.
—No la dejaron fuera; en la elección este sector consiguió muy pocos constituyentes y, por lo mismo, tuvieron muy pocas posibilidades de influir. Ahora, si quieres saber mi reflexión final, esta es: la constituyente llegó tarde.
—A ver, ¿cómo es eso?
—Esta es una crisis política que viene desde hace muchísimos años, pero el sistema no supo dar respuesta con anterioridad. A eso me refiero con que llegó tarde.
—Michelle Bachelet lo intentó.
—Y gente de su misma coalición dijo que no era necesaria una nueva carta. ¿Te acuerdas del “están fumando opio” (de Camilo Escalona)? Negaban la crisis y, cuando ésta vino, ya era tarde.
—Han pasado dos meses y medio desde que ganó el Rechazo y las conversaciones entre los partidos se han demorado más de lo esperado.
—Pero el diagnóstico permanece: necesitamos una nueva Constitución. Eso requiere de una atmósfera que permita hacer las cosas bien; el problema es que estamos en una decadencia generalizada de la democracia y la política, que no es sólo nuestra, sino que parte de una crisis mundial. Entonces, es complejo diseñar tu esquema político cuando la democracia está a tan mal traer.
—Y las redes sociales aportan lo suyo…
—Es que estamos viviendo en un mundo muy duro en cuanto al debate político; cuando alguien no piensa igual, se niega su valor y se convierte en una persona mala, destructiva. Hay un intento de negar a todo aquel que piensa distinto.
—¿Eso es lo que pasó con Fernando Atria? En Twitter era tratado casi como si fuera el anticristo…
—(Suspira) Sí… Es que la constituyente se transformó en un ejemplo de falta de civilidad en el debate público. Pero no sólo ellos; en el Congreso tampoco se pueden expresar ideas; ves gente gritando, cero respeto. Twitter es una nube de odio. Bajo el anonimato, la gente dice cosas muy crueles.
—¿Se equivocaron cuando una de sus hijas protagonizó el criticado video del “piñatazo”? El entonces convencional Renato Garín lo calificó como una agresión.
—Ese fue un momento privado que se transformó en público y Fernando ya dio una declaración. Mis dos hijas están muy vinculadas a la política y son muy resilientes; heredaron la paciencia de su padre y estoy muy orgullosa de ellas.
Ximena Fuentes es la segunda mujer latinoamericana que ha litigado en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con tres causas en el cuerpo: ante la demanda peruana para delimitar la frontera marítima con Chile. Con Bolivia, cuando exigió la obligación de negociar por una salida al mar y luego por el uso de las aguas del río Silala (cuyo fallo se conocerá el 1 de diciembre).
“Esta vez fue Chile el que decidió demandar para obtener de la Corte una sentencia que nos otorgara certeza jurídica a las partes sobre la naturaleza de las aguas del Silala como un recurso hídrico compartido. Creo que fue la decisión correcta porque en su contestación, Bolivia reconoce que es un río internacional. Pero este país también presentó una contrademanda en la que argumentó que la canalización en su territorio ha aumentado el flujo superficial que llega a Chile y que no tenemos derecho. Confío en que la Corte lo rechazará, ya que todas las aguas del Silala, tanto superficiales como subterráneas llegan a Chile y están sujetas al principio de uso equitativo y razonable”, dice la también exdirectora de Fronteras y Límites (Difrol) durante los segundos mandatos de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera (2015- 2022).
—¿Cuál es su evaluación del trabajo en estos ocho meses?
—Como en todo nuevo Gobierno hay un período de rodaje. A todos los ministros y subsecretarios nos pasa que de repente nos comen el día a día y yo he tenido que viajar mucho, lo mismo que la ministra, quien ha tenido innumerables reuniones internacionales que no son fáciles de preparar.
—Se lo preguntaba porque en todo este tiempo han recibido innumerables críticas.
—¡Ah, muchas!
—Una de las principales ha sido el rol del subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, José Miguel Ahumada, por su oposición al TPP-11.
—Los que hoy nos critican tenían la expectativa de que en política exterior siguiéramos haciendo lo del business as usual (lo mismo de siempre). Nuestros desafíos han cambiado de manera importante, por ejemplo en materia de política comercial. Me sorprende que en Chile, donde tenemos personas que se dedican profesionalmente a las relaciones comerciales, aún no se esté dando un debate que ya está en otras partes del mundo: el desafío de las democracias para conjugar el libre comercio y la protección de inversiones de manera tal que permita regular la economía protegiendo ciertos bienes públicos.
—¿Habla del TPP-11?
—Del libre comercio y protección de inversiones en general. Por ejemplo, la crisis climática exige a los países rediseñar su economía para no depender de los combustibles fósiles e ir hacia energías verdes. Pero hay tratados de libre comercio o de protección de inversiones que pueden ralentizar la nueva regulación de las economías. De ahí que ha surgido una pregunta: ¿cuánto espacio regulatorio nos dejan los TLC y los de inversiones para que el Estado pueda rediseñar ciertos aspectos de su economía y así responder mejor a los temas que hoy son urgentes y que tienen que ver, sin ir más lejos, con la supervivencia de la humanidad? Así de grande es la pregunta. Y hay otra: ¿cuánto espacio dejan esas obligaciones para rediseñar o regular aspectos de tu vida política donde hay bienes públicos comprometidos? Las preguntas pueden ser muchas, pero en todas hay un factor común: se está involucrando un interés público. Por eso los distintos tratados han empezado a recibir críticas. Lo sorprendente es que no tengamos esta discusión dando vueltas en las universidades, en los foros, en los canales de TV. El simplismo con que se aborda es abismante. Porque nos hemos demorado en firmar el tratado con Europa, dicen: “es que estas personas son anti libre comercio”. ¡No, no tiene nada que ver!
—¿No cree que les iría mucho mejor si es que comunicaran todo esto de forma coordinada? El subsecretario Ahumada ha sido criticado por “mandarse solo” comunicacionalmente. Según un artículo de «La Tercera», luego se disculpaba con la ministra a través de flores y chocolates.
—No sé cómo estarán escritos esos artículos, pero no son de un gran nivel.
—A lo que voy es que ese tipo de situaciones terminan siendo la noticia y no la política de fondo.
—Lo que habla muy mal de nuestras noticias.
—¿O de la Cancillería que no ha podido imponer su agenda? Pienso también en lo que ha pasado con el embajador Velasco en Madrid.
—No mezclemos una foto en un auto con nuestra labor. Estamos haciendo un trabajo serio. Tal vez deba reconocer que nuestra política comunicacional ha estado al debe, en cuanto a poder transmitir estas ideas, pero no perdamos de vista que hay una discusión importante para mejorar la vida de todos nosotros. Se necesita una mirada amplia, que abarca los TLC y los acuerdos de protección de inversiones. Esa es la política que hemos tratado de hacer, y tanto el subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales como la ministra Urrejola están de acuerdo con esta visión. Pero ha habido mucha presión exigiendo plazos, fechas de firma. Así no hay espacio para el debate.
—A propósito, ayer la ministra confirmó que Canadá rechazo la side letter propuesta por Chile.
—De eso no voy a hablar; es una materia que corresponde al subsecretario Ahumada… Lo que sí quiero es que lean lo que se está debatiendo hoy en el mundo desarrollado. Mira: hay un árbitro español, que de hecho se declara pro inversionista, quien pronunció una frase que lo resume todo: ‘Cuando no puedo dormir, me pregunto cómo es posible que los estados decidan solucionar sus controversias con los inversionistas dándoles el poder de decidir a tres árbitros internacionales, sin ninguna vinculación con el país, para que decidan sobre las leyes y el derecho administrativo de ese Estado, sin apelación, porque son única instancia, ni control alguno’. ¡Eso es! No vamos a cambiar el mundo porque somos un país pequeño, pero dentro de nuestras posibilidades queremos insertarnos en ese debate. ¿Tú sabías que las side letters venían del gobierno anterior?, ¿alguien lo supo?”.
—Por eso insisto: ¿no han sido los errores internos los que han impedido poner en tabla las discusiones de fondo?
—No lo voy a negar. Errar es humano. A lo mejor hay un problema en cómo se transmiten nuestros mensajes, de cómo se explican, de cómo se hace la pedagogía, de cómo se habla con sectores políticos, etc. Puede ser, no somos perfectos. Pero sería súper interesante que pudiéramos hablar de todos estos temas de una manera más abierta.