El ex dirigente estudiantil y uno de los fundadores del Frente Amplio junto a Boric y Jackson, sostiene que “de mantenerse las tendencias estaríamos frente a una derrota segura. Hay que mejorar tanto la oferta como a los oferentes». Y agrega: «Cuál sea el resultado del plebiscito, el 5 de septiembre parte un nuevo ciclo. Y si ese ciclo sale mal, no sólo pierde el Gobierno, también la derecha…».
Por Lenka Carvallo Giadrosic
Al momento de la entrevista hay 40 grados en Londres. En esta ciudad, el economista y licenciado en literatura y lingüística de la Universidad Católica, Noam Titelman, está a días de finalizar su doctorado en la London School of Economics sobre Métodos de la Investigación Social.
“Estoy en el último par de meses de entregar mi tesis final”, comenta de su investigación sobre grupos identitarios y su conexión con los procesos eleccionarios, especialmente el Brexit del 2020. “Pero me ha costado concentrarme; ha estado muy movida la cosa en Chile”, agrega sobre la evolución del proceso constitucional.
“Es raro no estar donde queman las papas, además que todo esto se ha cruzado con las emociones que se sienten al ver a muchos de mis amigos asumir distintas responsabilidades en los espacios en el Gobierno. Ha sido interesante”. Titelman se refiere a figuras como el propio Presidente Gabriel Boric, a la vocera Camila Vallejo, el ministro Segpres Giorgio Jackson y al director de la Secom, Pablo Paredes, con quienes mantiene estrechos lazos desde las manifestaciones estudiantiles de 2011, cuando les tocó presidir las federaciones universitarias de la Confech.
Considerado uno de los ideólogos del Frente Amplio (FA), en el 2014 Titelman comenzó a darle vueltas a la idea de formar un conglomerado que reuniera a las distintas identidades de la nueva izquierda, inspirado en el FA uruguayo. El proyecto se concretó en el 2017 junto a Boric, Jackson y el diputado Vlado Mirosevic. Ese mismo año partió al Reino Unido para empezar su doctorado.
“Uno de los desafíos que tenemos es dejar de hablar de la generación. Ha sido una disputa bastante improductiva que solo se ha traducido en apuntarse con el dedo; nosotros (a la Concertación) por haber transado mientras eran gobierno y ellos acusándonos de soberbia y de no entender de qué se trata la política”.
La pelea, asegura, se detuvo para el estallido de 2019, cuando ambas generaciones quedaron offside. “En la calle la gente nos apuntó a ambos por igual. Ahí nos dimos cuenta de que nuestra disputa no sólo fue improductiva sino que también estaba ajena a las tensiones reales de la sociedad, desconectados del concepto un tanto manoseado de la clase media emergente, la misma que en su momento votó por Bachelet, luego por Piñera y que después apareció en el estallido con mucha furia. Una identidad que ahora último se dividió entre Kast y Boric, y que en este momento está entre el Apruebo y el Rechazo”.
—¿Qué visión tienes de lo que se viene de aquí al 4 de septiembre?
—Será un plebiscito muy distinto al del 25 de octubre de 2020. Primero, porque el que viene no se ganará por una mayoría tan contundente como aquel y la energía se ha distribuido de manera muy similar para ambas opciones. El te- ma es que los plebiscitos suelen ser bastante polarizantes y dejan marcas que permanecen en el tiempo, como pasó con el Sí y el No. Probablemente ahora será lo mismo.
Preocupado, Titelman advierte: “El problema es que cuando los plebiscitos están tan polarizados es que se puede llegar a situaciones extremas. Con el Brexit la tensión llegó a tal punto que una parlamentaria fue asesinada por un partidario de una visión muy extrema (dice por la muerte de la diputada laborista Jo Cox, apuñalada por un integrante de un movimiento de ultraderecha). Por eso, y a medida que se vaya acercando la fecha, es muy importante reconocer y validar las distintas posiciones como legítimas en democracia, sin denostar, como de hecho lo ha venido promoviendo el Presidente Boric en su discurso”.
Considerado una de las voces más autocríticas dentro del FA, acusado incluso de haber transitado hacia el centro, hoy Titelman es uno de los pocos en ese mundo —si no el único— en advertir sin pelos en la lengua que si el Apruebo de- sea tener alguna opción de imponerse el 4 de septiembre, tendrá que mejorar su oferta.
“Aprobar para mejorar es la única posición con alguna posibilidad de ganar y aún así es difícil”, dijo en un tuit que no cayó nada bien en su sector.
—¿Mejorar qué concretamente?
—Lo primero es asumir que ha habido un problema de diagnóstico. Entre los duros del Apruebo se ha tendido a la autoafirmación, es decir, a indicar que el problema no está en el texto sino que en las campañas de desinformación, que sin duda existen, por lo que todo se resolverá saliendo a la calle a mostrar su trabajo. Un tremendo error.
—Es lo que ha venido repitiendo Beatriz Sánchez, exconvencional y figura icónica del FA.
—No sé si esa ha sido su postura pero no es la que yo sostengo. Se puede ser muy crítico de los sondeos en distintos eventos, pero sería muy raro que todas las encuestas hayan equivocado la tendencia. Además, según las últimas mediciones, van quedando pocos indecisos, por lo que de mantenerse las cosas tal cual, estaríamos frente a una derrota segura. Para cambiar esta tendencia hay que mejorar tanto la oferta como a los oferentes. Esos serían los últimos recursos que van quedando.
—Partamos por la oferta, ¿qué se debería perfeccionar?
—Hasta ahora el discurso del Apruebo ha estado muy enfocado en hablar sobre el pasado, de lo democrático y representativo que fue el proceso constituyente y cómo eso se refleja en el texto. Pero las elecciones no se ganan mirando hacia atrás sino hacia adelante. Entonces, ha faltado poner sobre la mesa cómo esta Constitución mejorará la vida a los chilenos. Para que eso se concrete habrá que mejorar en algunos aspectos el texto.
—¿Hacer una bajada más concreta?
—Algo parecido a lo que hizo la derecha en caso de que gane el Rechazo (al promover que irá por una nueva carta fundamental que reemplace a la actual).
—¿Y en cuanto a los oferentes, qué es lo que hay que cambiar?
—Uno de los éxitos del plebiscito de entrada es que hubo vocerías muy potentes desde la sociedad civil organizada. Eso ahora no se ha notado y es algo que hay que fortalecer, porque son las únicas con legitimidad social. También hay una demanda por expertos, académicos, personas que puedan hablar con propiedad del texto constitucional.
—Para que no sean los convencionales o los políticos quienes se encarguen de las vocerías.
—Es más, te diría que necesariamente no debieran ser ellos los que asuman ese liderazgo, porque si bien la Convención tiene baja aprobación, la del Congreso es aún peor.
—Un tema que está dando vueltas es si dejar establecidos los puntos a mejorar antes del plebiscito o después, como argumenta Guillermo Teillier.
—Sí, debería existir un propuesta antes del plebiscito, pero que no sea el Gobierno el llamado a hacer el listado, sino los partidos. No se van a sumar todos al listado, tampoco Republicanos se sumó a las reformas propuestas por el Rechazo, pero mientras un sector relevante se comprometa a esas mejoras, puede ser muy potente para que el Apruebo crezca para alcanzar el 50% más uno. Si se muestra un Apruebo diverso, pero ordenado y unido, creo que suma.
—¿Y el Gobierno qué rol debería asumir?
—Tiene una obligación legal de prescindencia, pero también es súper importante que dé señales de desdramatización sea cual sea el resultado del plebiscito. Además porque tienen que seguir gobernando después del 5 de septiembre y por lo tanto deberán tener a mano una agenda, ya sea para reformar si gana el Apruebo o abrir un nuevo pro- ceso constitucional si triunfa el Rechazo.
—Un “Plan B” como lo planteó el Presidente Boric, llamar a una nueva Convención.
—No sólo me parece bien, es lo que tenía que hacer.
—¿Se demoró mucho en transparentarlo?
—No creo que haya sido muy fácil pero tenía que ponerse en los distintos escenarios y dar cuenta de cuál es su posición para cada uno, para lo cual anunció que presentará un proyecto donde se discutan los pasos a seguir. Los partidarios del Apruebo deberían tomar esto como una oportunidad para enfocar su discurso en lo que ocurrirá después del 4 de septiembre. Hasta el propio ministro Jackson se abrió a la posibilidad de que algunos aspectos del texto se tengan que ajustar si es que éste se aprueba. Es más, incluso para llevar adelante el programa de gobierno, es necesario hacer algunas adaptaciones. Es evidente. No existe ningún texto que sea perfecto y que se pueda implementar sin ningún cambio. Incluso la Constitución del ‘80 se sometió a una cantidad de reformas enormes antes de implementarse. No me sor- prendería que ocurriera algo parecido.
—Interesante. ¿Qué correcciones se requerirían para poder llevar adelante el programa de gobierno?
—A estas alturas es bastante claro que la discusión sobre el consentimiento indígena es ambigua y hay que resolverlo, lo que demandará una reforma constitucional. En cuanto al sistema político, más que los contenidos, el pecado de origen está en que se necesitaba de un acuerdo amplio que incluyera a la derecha. Como no se logró, ahora lo importante es que eso mismo suceda en el Congreso. También es imprescindible un nuevo plebiscito que otorgue legitimidad ciudadana a este trabajo.
—La pregunta que ahora ronda es cuál será mejor punto de partida, si la carta realizada por la Convención o la ahora vigente.
—Sin duda que el texto constitucional propuesto es mejor que el de la Constitución del ‘80.
—No es lo mismo que piensa Ernesto Ottone.
—Estoy en total desacuerdo con él. Este es un comienzo mucho mejor, que tiene legitimidad, que se abre a varios temas, que cuenta con una serie de méritos en términos de derechos sociales, de participación paritaria que valen la pena como punto de inicio. Otra ventaja es que las disposiciones transitorias señalan que cualquier cambio sustantivo en un número de capítulos deben ser plebiscitados.
Y añade: “Si gana el Rechazo, ¿cuál sería el incentivo de un mundo que en buena medida estaba contento con la Constitución del ‘80? Básicamente por un compromiso republicano. Ok, me parece loable si eso se logra, pero estamos descansando en una premisa cuan- do sabemos que hasta hace poco muchos de ellos creían que no había que cambiar nada. Y en la euforia frente una posible victoria del Rechazo, ¿quién di- ce si estén dispuestos a cumplir y a generar grandes mayorías? Por eso creo que lo natural es que exista un nuevo proceso de validación ciudadana. Esta no puede ser nuevamente una Constitución hecha entre cuatro paredes. Uno de los grandes arrepentimientos entre quienes participaron de las reformas de Lagos en el 2005, es no haber terminado con un proceso de participación ciudadana, como un plebiscito.
—Para los 56 cambios que se le hicieron en 1989 a la Constitución del ‘80, eso sí se hizo.
—Exactamente y por lo mismo ahora nadie le puede hacer el quite. Tanto el Aprobar para mejorar como el Rechazar para reformar, deben ser validados por la ciudadanía, que por lo demás hoy desconfía de sus representantes.
—Gane la opción que gane, ¿será el real comienzo del Gobierno de Boric?
—Cuál sea el resultado del plebiscito, el 5 de septiembre parte un nuevo ciclo. Y si ese ciclo sale mal, no sólo pierde el Gobierno, también la derecha. Además generará una tremenda frustración en la ciudadanía y golpeará fuertemente la legitimidad, confianza y la creencia de que las demandas que hoy tenemos como sociedad se pueden canalizar a través de las instituciones. Esa es hoy la gran responsabilidad de los políticos; demostrar que a la hora de los quiubo pueden conducir las distintas demandas y posiciones de la sociedad. A partir del 5 de septiembre se jugará lo mejor o peor de la política.
—¿Cómo debería ser la agenda del Gobierno en este nuevo ciclo?
—Le corresponderá un rol muy importante al liderar ese proceso, al definir cuáles serán los pasos a seguir, que los partidos cumplan su rol respecto de las modificaciones, ajustes y transformaciones que se propogan.
“En paralelo, y esto no será nada fácil, habrá que seguir gobernando y responder ante las demandas más urgentes. No se puede esperar a que termine el proceso constituyente, y todo indica que será largo, para responder en orden y seguridad pública, costo de la vida o la reforma de pensiones. Mientras antes tengan una hoja de ruta será mejor para todos”.
—¿Será necesario también un cambio de elenco ministerial?
—Después del plebiscito lo natural es que haya un nuevo gabinete. Qué ministros y con qué profundidad, se lo dejo a los políticos y a quiénes están a cargo, pero evidentemente hará bien empezar con nuevos rostros para los distintos temas que habrá que empujar.