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Sergio Lavandero

“La historia de Chile no se entiende sin nuestra universidad más antigua”

Científico de gran influencia a nivel mundial, aspira a encabezar la casa de Bello mediante un espacio de cowork y no a puertas cerradas. Y asegura que el futuro de Chile se juega en una Constitución “a la altura de los tiempos; que sea de todas y todos, no un producto transitorio”.

La Segunda jueves 14 abril 2022 Conversación

Por Lenka Carvallo

«Nunca he pertenecido a ningún partido. Mi pensamiento es de centroizquierda moderado. Voté Apruebo porque me parece necesario que existan cambios”, sostiene el científico Sergio Lavandero, una de las cuatro cartas que esta semana oficializaron su candidatura para encabezar la casa de Bello, y quien en esta entrevista entrega su mirada del trabajo constitucional, especialmente desde su área de mayor influencia: la ciencia.

Doctor en Bioquímica, profesor titular de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, además de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Lavandero también es profesor adjunto en la División de Cardiología de la University of Texas Southwestern Medical Center (Dallas, Texas), como una eminencia en medicina cardiovascular. “Acá tengo un cargo, una oficina y, lo más importante, he forma- do a numerosos estudiantes, entre ellos cerca de 15 jóvenes científicas y científicos chilenos”, cuenta con orgullo desde su escritorio en EE.UU, con la luz primaveral que ingresa por los ventanales.

Un hijo de la meritocracia, como él se define; su padre fue tecnólogo óptico, su madre dueña de casa y él estudió en el Instituto Nacional, “donde conocí profesores maravillosos que me abrieron el mundo”, dice. En 2019 fue parte de los seis líderes científicos invitados por la revista Nature Reviews para describir los avances científicos más importantes en medicina cardiovascular ocurridos en los últimos 15 años. Y en 2020 fue reconocido como el número uno en Latinoamérica y Chile en investigación sobre el corazón y mitocondrias cardíacas de los últimos 10 años.

—¿Cómo es percibido en EE.UU. el proceso político que se vive en Chile?

—Están expectantes al ver que tenemos un presidente tan joven y porque estamos escribiendo una nueva Constitución que, además, tiene algunas particularidades muy interesantes, como la paridad. Aunque el interés no sólo es político; les llama especialmente la atención nuestro manejo de la pandemia. El otro día alguien me preguntó cuántas vacunas tenía y dije que 4… ¿Cómo que 4? —me contestó—. Si yo tengo 3. Les tuve que explicar lo avanzados que estamos en Chile. Esto no es obra de un solo gobierno sino la consecuencia de un trabajo a lo largo de décadas en salud pública, donde el gran logro de la anterior administración fue el temprano acceso a las vacunas… Pero muchas veces nos quedamos en la pequeñez política y no nos damos cuenta que juntos somos capaces de hacer cosas grandes. Por ejemplo, me pareció emocionante que el Franz Edelman 2022 (conocido como el“premio no- bel” de las ciencias de datos) se lo dieran al Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI) de la Universidad de Chile, que en un trabajo conjunto con Entel y funcionarios del Ministerio de Salud y el de Ciencia pudieron salvar las vidas de 2.800 personas a través de la ingeniería y la ciencia. Entre los competidores había industrias farmacéuticas gigantescas. Es un lo- gro nunca antes visto.

—¿Qué opinión tiene del nuevo ministro de Ciencias, Flavio Salazar?

—Lo conozco desde hace unos 25 años porque es académico de la Universidad de Chile; es un sólido inmunólogo especializado en cáncer. Él me sucedió como vicerrector de Investigación y por lo tanto conoce muy bien los desafíos que tenemos que enfrentar como país con miras al desarrollo. Tenemos que mirar con optimismo el futuro a pesar de que se trate de tiempos inciertos. Acá en EE.UU también hay preocupación por la inflación, por la guerra y las nuevas variantes del covid-19.

“Se está haciendo todo un poco rápido y eso me preocupa”.

“Voté Apruebo porque creo que Chile requiere transformaciones, pero transformaciones bien hechas, y no tengo ningún pelo en la lengua para decirlo; las Constituciones deben regir durante muchas décadas y, por lo mismo, hay que ser sumamente inclusivos y hacer las cosas bien, aunque nos demoremos…”, señala.

—¿Entonces era partidario de solicitar una extensión de plazo al Congreso?

—Es un proceso que todavía está en marcha y aún falta llegar a consensos mayores, pero a veces contar con más plazo es bueno para re-meditar ciertas discusiones. El futuro de Chile se juega en lograr una Constitución a la altura de los tiempos, que sea de todas y todos, no un producto transitorio. Me pongo en el papel de los constituyentes y creo que es sumamente complejo; se requiere de mucha reflexión. Pero mi sensación es que se está haciendo todo un poco rápido y eso me preocupa. Lavandero, quien integra la Academia de Ciencias en calidad de vicepresidente, cuenta que junto a la presidenta Cecilia Hidalgo, y un amplio grupo de académicos, se abocaron a una mega tarea: estudiar los textos fundamentales de decenas de países desde la perspectiva científica. “El documento final se lo entregamos a Elisa Loncón. También he participado de varias reuniones con Cristina Dorador para intercambiar ideas y plantear puntos de vista. Hemos sido muy colaborativos”.

—¿A qué conclusiones llegó luego de este magno trabajo?

—Una de las cosas que más me sorprendió fue la simpleza en las definiciones… Si tuviera que enviar un mensaje a los constituyentes, sería éste: hay que aspirar a grandes principios más que a grandes detalles. Es muy interesante, porque mu- chas veces estos grandes lineamientos tenían sólo una o dos hojas.

Y respecto al rol que debiera tener la ciencia en el futuro texto constitucional, comenta:

—Tiene que ser consagrada como un derecho universal, que todos podamos gozar de sus beneficios, que el Estado se comprometa a ayudar al desarrollo de políticas públicas, a incorporarla en la toma de decisiones y vincularla con la educación. Porque cuando hablamos de ciencia abarcamos muchos aspectos: la creación artística, la innovación, el emprendimiento. No seremos realmente un país desarrollado, justo e igualitario, si no le damos un real impulso al quehacer científico.

“No es un salto al vacío sino un proceso meditado”.

“La historia de nuestro país no se entiende sin nuestra universidad más antigua. No existe una organización privada o pública que haya tenido más impacto que la Universidad de Chile; de acá han salido Presidentes de la República, ministros, legisladores, empresarios, artistas, premios nacionales y tantos más”.

—Ennio Vivaldi ha jugado un rol bien político en los últimos años. ¿Corresponde a un rector asumir una postura?

—Encabezar esta entidad es una tarea extremadamente compleja y aquí cada uno elige su sello. El énfasis de los dos últimos rectores (Víctor Perez y Ennio Vivaldi) ha sido el de fortalecer la educación pública y eso lo comparto totalmente, pero no me corresponde juzgar a un rector en particular; la historia deberá demostrar lo que hicieron bien y lo que no. Me interesa mirar al futuro.

Dice que no concibe un liderazgo detrás de un escritorio. “Esta idea medio faraónica del rector o rectora en la punta de una pirámide no va conmigo; el mundo evoluciona hacia liderazgos colectivos y transversales. Más bien me veo trabajando en un cowork con mis distintos equipos, en un espacio sin paredes, todo abierto. Ese es mi sueño”.

«Esta idea medio faraónica del rector o rectora en la punta de una pirámide no va conmigo; el mundo evoluciona hacia liderazgos colectivos y transversales”.

—Desde 1842 que la universidad ha estado encabezada sólo por hombres. ¿No habrá llegado el tiempo de una mujer? Hay dos postulantes: Rosa Devés y Kemy Oyarzún.

—Obviamente son tiempos de cambios, pero no me quedaría solo en cuanto a género sino que también de la diversidad sexual, los pueblos originarios, etc. Cualquiera sea el enfoque, lo que importa es el proyecto. El mío es simple: quiero transformar a la Universidad de Chile pero sin renegar de lo bueno que se ha hecho. No es un salto al vacío sino de un proceso meditado, responsable, poniendo en el centro a todos los integrantes de la comunidad para que logren desarrollarse a cabalidad y cumplir sus sueños.

—La universidad cuenta sólo con un 20% de profesoras titulares, un peldaño clave para acceder a decanatos o prorrectorías. ¿Tiene alguna propuesta para superar esta brecha?

—En mi equipo participan las mismas mujeres que pusieron estos planteamientos sobre la mesa en 2018 (el año del “mayo feminista”). En la universidad hubo un movimiento de académicas llamado Amanda Labarca, donde estaba Sonia Montecino (Premio Nacional de Ciencias Sociales), Gladys Camacho (profesora titular de Derecho), María Elena Acuña (Coordinadora del Magíster en Estudio de Género y Cultura mención Ciencias Sociales.), entre otras. También hay académicas jóvenes que garantizan la existencia de nuevas miradas y prácticas en el feminismo. Efectivamente existen grandes desigualdades en el desarrollo de la carrera académica; diferencias de sueldos, problemas para la inclusión de lo doméstico en la vida laboral, etc. Por eso en el programa está la creación de la primera Vicerrectoría de Género, Diversidad e Inclusión.

—¿Tiene contemplado implementar un sistema de cuotas para las profesoras titulares?

—Hay distintas realidades dependiendo de cual sea la facultad. No es lo mismo lo que ocurre en ingeniería o economía, por ejemplo, donde la mayoría son hombres, en comparación con el área médica donde no se percibe esa disparidad. Además, no son temas que se imponen de un día para otro, requiere de cambios culturales, y a lo que tenemos que apelar es a cambiar esos hábitos arraigados durante mucho tiempo. He llevado adelante un ciclo de conversaciones con mujeres jóvenes, estudiantes, profesoras de todas las edades y, por ejemplo, me ha llamado la atención la escasa cantidad de salas cuna con las que contamos para las académicas y académicos.

—A las mujeres se les exige generar el mismo número de investigaciones que a sus pares masculinos. Y las calificaciones las suelen realizar varones quienes aplican sus propios criterios. Bien difícil es para una mujer hacer una carrera académica.

—Como siempre digo, hay que oxigenar transparencia y eso también corre para todas las comisiones de evaluación académica y de calificación. Esa es la clave. Hay que contar qué es lo que se está haciendo en políticas de género, con hechos concretos, y asegurar una plena incorporación y participación. En las etapas de ascensos de profesores asociados y titulares, efectivamente para las mujeres cuesta más por el hecho de tener hijos, por lo que en las evaluaciones de los currículos esto debe ser un factor a reconocer. Hay que ser más proactivos y dar señales claras.