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Mauricio Canals: «Ser ministro del Interior es como ir a la horca»

“Izkia posee una gran capacidad técnica y política, pero entrará al ministerio más difícil”, dice el prestigioso médico, padrastro de Siches, conocido como “el oráculo de los datos” por su infalible modelo que predice la evolución del covid-19 con 15 días de anticipación. “Si dependiera de mí, diría que los niños no entren a clases el 1 de marzo sino el 1 de abril”, advierte.

Entrevista y foto publicada en La Segunda el 24 de febrero 2022.

Por Lenka Carvallo

Si hay algo que tengo es sentido del humor”, sostiene de entrada el médico radiólogo Mauricio Canals. Atributo del que dará sobradas muestras en esta entrevista, así como un estilo afable y distendido, lejos de las formalidades que caracterizan a muchos de su gremio.

Con dos maestrías y un doctorado, es conocido como el oráculo del covid, por la exactitud de sus pronósticos que proyectan 15 días antes las alzas en los contagios y otras variables de la pandemia, un modelo que está siendo revisado por la revista Epidemiologic Methods de Harvard y que se volvió de gran utilidad desde los días en que Izkia Siches, su hijastra, presidía el Colegio Médico.

Descendiente de catalanes y vascos, de su padre —un estricto ingeniero civil— heredó el rigor y el amor por las matemáticas. Aunque se identifica más con su mamá, una alegre dueña de casa, de quien sacó el buen humor.

“El papá daba clases ad honorem de matemáticas en mi colegio, el Luis Campino, igual que mi tío, ambos para agradecer que la iglesia los había becado. Yo me dedicaba más a reírme que a estudiar, pero me iba bien y a los 16 años recién cumplidos entré a estudiar Ingeniería a la Católica”.

Cuenta que pololeó poco. “Mis papás nos imponían la línea de que si uno hacía algo, tenía que ser en serio y además éramos bien tímidos, de pocas fiestas. Más encima era un colegio de puros hombres. Y luego, en ingeniería, no veías a una mujer ni a varios kilómetros de distancia. Cuando después de tres años me cambié a estudiar Medicina a la Chile, recién empecé a pololear y conocí a Lucía, mi primera señora (estuvieron juntos 17 años), que es genetista y académica. Nos casamos al terminar la escuela y tuvimos a nuestros cuatro hijos: Lucía (secretaria, técnico veterinaria, hoy trabaja para un supermercado); Andrea (matemática de la UC, magíster en bioestadística de la U. de Chile y académica de la Escuela de Salud Pública de esa universidad); Mauricio (licenciado en Historia, magíster en la London School of Economics, y doctor en historia econó- mica en la U. de Chile) y Catalina (socióloga, magíster en economía de la casa de Bello, doctora en Ciencias de la Complejidad y trabaja en el Ciade de la U. de Chile).

“Una casualidad curiosa”

“Mi mujer es todo un personaje, el centro de todo”, dice ahora Canals sobre Myriam Pasten, con quien está casado desde el 2018, luego de casi dos décadas viviendo juntos. Se conocieron en el centro de salud donde él era radiólogo, cuan- do ella llegó desde Arica a trabajar como tecnóloga médica. “Estaba separado y ella había terminado su matrimonio recién. Comenzamos una relación y nos fuimos a vivir juntos, cuando Izkia tenía 10 o 12 años. Su hermana Vinsja permaneció con su papá, Guido Siches, pero después se fue quedando. Yo siempre tuve clarito que no reemplazaría el rol paterno sino que más bien era una especie de ‘tío’, el acompañante de Myriam, que siempre fue la principal figura en la vida de sus hijas. Ella influyó mucho en que fueran médicas; las llevaba a la clínica y de chicas conocieron el ambiente, a los doctores, etc. Recuerdo que Izkia se sentaba a hacer dibujos”.

Continúa describiendo a su mujer: “Uno no sabe que manda pero manda; es que su estilo es muy simpático, con un sentido del humor bien negro que coincide con el mío. Me adapto a ella perfectamente y ella a mí, con mis particularidades, porque soy un poco autista”, dice este magíster en Ciencias Biológicas con mención en Zoología en la Facultad de Ciencias de la U. de Chile, también magíster en Bioestadística de Medicina de la misma universidad y especialista en epidemias recurrentes en niños, como el sarampión, coqueluche y escarlatina, de lo cual ha escrito innumerables papers.

También es profesor de posgrado en la Escuela de Salud Pública (la misma donde hicieron un magíster María Elisa Quinteros y Gaspar Domínguez, presidenta y vicepresidente de la Convención, que fueron sus alumnos), donde enseña sobre eco-epidemiología de la zoonosis, es decir, las enfermedades que se transmiten vía animales, como la enfermedad de Chagas o el Covid-19.

“Yo había publicado bastante en bioestadística sobre la recurrencia de las epidemias cuando partió esto del covid y empecé a investigarlo. Izkia estaba en el Colmed y me llamó para pedirme ayuda”. Fue a partir de ahí que sus informes tomaron fama y empezaron a publicarse en la Escuela de Salud Pública. “La pandemia nos relacionó; ella desde un lado político y yo como técnico salubrista, desde los números y el análisis. Fue una casualidad bien curiosa”.

“Aprovechará su capacidad política”

“La Izkia se volvió famosa porque es realmente brillante y lo demostró desde chica”, cuenta ahora sobre la futura ministra del Interior. “Era súper inquieta, la revolvía por 20 pero en el buen sentido, por- que siempre estaba haciendo algo. Nunca la vi aburrida. Ahí se nota la inteligencia. Siempre tuvo un interés social, la preocupación por los demás”. Una conciencia, dice, que siempre estuvo en la casa, pero la que ponía los temas sobre la mesa era ella. “A mí me gusta hablar de animales, murciélagos, arañas, hormigas, baratas, moscas… Todos esos bichos que no le interesan a nadie. Pero las conversaciones eran sobre lo que pasaba en Chile, de la revolución pingüina… Luego entró al centro de alumnos, fue senadora universitaria… Y era muy crítica de los gobiernos de la Concertación… Entonces le decía: otra cosa es con guitarra… Es que de joven sueles ser muy duro pero es muy distinto cuando tienes que resolver los problemas”.

—Ahora Gabriel Boric y su equipo tendrán la misión de implementar su programa y afinar bien las cuerdas, ¿Cómo los ve?

—Dicen los siquiatras que los niños pequeños creen que sus padres son dioses; luego, en la adolescencia, los critican y encuentran que hicieron todo mal y los matan. Pero cuando crecen los empiezan a entender y vuelven a amarlos. Eso es lo que pasó con mi presidente Lagos: lo mataron y ahora reconocen su valor como tal. Con la presidenta Bachelet sucedió algo parecido y ahora le dicen la mami. Entendieron que sus pensamientos no eran tan diferentes, que avanzar es muy complicado y que ahora necesariamente tendrán que conversar entre todos y sacar lo mejor de cada proposición. Eso Boric lo demostró claramente en la formación de su gabinete. Sabe muy bien que no se trata de sacar adelante su programa como caballo de cochero sino que logrando un gobierno para todo Chile, no sólo para ellos.

“La Izkia se volvió famosa porque es realmente brillante y lo demostró desde chica”, cuenta sobre su hijastra.

De corazón radical, el doctor cuenta que su candidato fue Carlos Maldonado (“lo apoyé hasta el final”) y que en segunda vuelta marcó una cruz en favor de Boric. “Al principio lo veía como una figura interesante aunque no como el gran líder que es hoy. Es más, siempre lo confundía con Jackson, ¿cuál es el pelado y el barbón?, decía… Al grupo del FA los encontraba muy desordenados, como una bolsa de gatos (ríe)…”.

—¿Qué diferencia puede significar tener una doctora en el ministerio del Interior?

—Aún no lo tengo claro… Izkia tiene una gran capacidad técnica y política, pero entrará en el ministerio más difícil, con el problema del sur, de los migrantes, la delincuencia… Pero supongo que de eso se encargará su equipo y que ella aprovechará su capacidad política…

Pero luego admite:

—El problema es si le va mal… Es una jugada importante y hay que tener cuidado porque es una cartera donde matan a sus ministros. Ser ministro del Interior es como ir a la horca. Pero confío en la capacidad de Izkia y, si ella lo eligió, me imagino que es porque le va a ir bien. Tiene todo el apoyo familiar.

—De hecho, Interior era un fierro caliente; nadie quería tomar el cargo. Sólo ella tuvo el atrevimiento…

—Tal vez ese sea el punto. Cuando supe que se incorporaría al gobierno le dije: si escoges un ministerio, elige uno técnico que te acomode y te haga feliz… Pero, como siempre digo, a mí nadie me hace caso (ríe). Hay que ver cómo lo desarrolla. Espero que le vaya estupendo.

—Uno de los temas que deberá abordar el nuevo gobierno es esta pandemia que pareciera no terminar nunca…

—Pero cuentan con un equipo técnico macanudo; Begoña Yarza viene de dirigir 10 años el Exequiel González, lo que habla de su gran capacidad. El subsecretario Cristóbal Cuadrado tiene una capacidad técnica extraordinaria, al igual que quien asumirá en Redes Asistenciales… Todos provienen del equipo técnico del Colmed y llevan dos años conversando de la pandemia.

“Me preocupa lo que vaya a pasar en marzo”

“Hemos perdido la capacidad de asombro”, dice el doctor Canals al momento de evaluar el impacto de la pandemia. “Todos los días se cae un boeing lleno de viejitos; 300 muertos en una jornada y ahora estamos en 144 (el martes), pero a nadie le importa… Tenemos mil UCI ocupadas. Y el esfuerzo principal que va a tener este gobierno es la gestión de esta nueva etapa. Sobre todo en marzo. Lo malo es que los primeros 15 días estarán en manos de un gobierno y, los otros 15, del entrante”.

—¿Qué sugiere?

—Si dependiera de mí, diría que los niños no entren a clases el 1 de marzo sino el 1 de abril, cuando pase esta ola y lleguen todos de vacaciones.

El escenario más probable, y en esto me la estoy jugando, es que la epidemia tienda a un decrecimiento absoluto este año”.

—La situación además está tensa con la aparición de ómicron 2, que se detectó la pasada semana…

—Y seguirán apareciendo más, por la desigualdad mundial, porque un 10% de los países menos desarrollados hoy cuentan con una nula o casi inexistente cobertura de inmunización. Eso los convierte en verdaderos laboratorios para la generación de variantes…

Respecto del ómicron 2, describe:

—Se sabe que tendría hasta un 30% más de transmisibilidad, aunque su letalidad es baja y es menos la gente que va a parar a la UCI. Además, en Dinamarca se acaba de demostrar que impacta especialmente a la población no vacunada. Por lo tanto, creo que esta variante no debería notarse tanto. Lo que en realidad me preocupa no es esta subvariante sino lo que vaya a pasar en marzo.

Bien serio, confiesa:

—Hace meses que vengo insistiendo que no sacamos nada con andar contando que tenemos la mayor cobertura de vacunación del mundo si resulta que un grupo importante no cuenta con su esquema vigente.

Y explica:

—De acuerdo a las últimas revisiones del Centro de Modelación Matemática de la U. de Chile y también del iCovid, la inmunidad se pierde luego de 120 y 220 días… Por lo tanto, lo que realmente im- porta es saber cuántos tienen su esquema vigente en los últimos 180 días (6 meses), en promedio. Ese es el concepto de cobertura dinámica, no hablar estas cabezas de pescado de anunciar que tenemos la mayor proporción de inmunizados del mundo si no sabemos cuántos de ellos ya perdieron la inmunidad…

—Los encierros, las mascarillas, ¿seguirán siendo parte de nuestro cotidiano?

—El escenario más probable, y en esto me la estoy jugando, es que la epidemia tienda a un decrecimiento absoluto este año; ahora en Europa está cayendo dramáticamente el número de casos y su letalidad. Los episodios pandémicos duran en general 4 años y nosotros ya llevamos 2 y estamos entrando en el tercero. Así es que mi pronóstico es que nos aproximamos a un escenario en el que usaremos mascarillas sólo para situaciones importantes. Que habrá que vacunar a la población de riesgo cada 6 meses o una vez al año y que finalmente podamos convivir con este virus, tal como lo ha hecho desde siempre la humanidad con todas sus enfermedades. Espero que esta predicción también se cumpla.