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Maya Fernández: «La vida me regaló dos madres»

Maya Fernández: “La vida me regaló dos madres”

“La Paya fue con nosotros una tremenda mujer”, dice por quien fuera amante de su abuelo. “Nunca fue un tabú”.

Por Lenka Carvallo

Esta entrevista a la hoy ministra de Defensa de Gabriel Boric fue publicada el 21 de septiembre del 2020 en el diario La Segunda.

Maya Fernández sonríe a pesar de que septiembre representa una época difícil. No sólo por- que se cumplieron 50 años desde que su abuelo fuera elegido como el primer presidente socialista elegido en Latinoamérica. Seguido de su muerte, en 1973, con el golpe de Estado. Septiembre también encierra una serie de acontecimientos que perfilaron la vida de esta di- putada PS desde muy temprano.

“Para mí este es un tiempo de muchas emociones; el 8 habría estado de cum- pleaños mi madre, Beatriz Allende, quien se encontraba con mi abuelo en La Mone- da el día del golpe. Ella estaba embarazada de 7 meses y, a pesar de su avanzado estado, quería permanecer a su lado hasta las últimas consecuencias. Para ella debe haber sido muy brutal ese momento”.

Beatriz fue rescatada y enviada a Cuba cuando Maya aún no cumplía dos años. Alejandro, su hermano, nació en La Habana en noviembre de 1973.

El calendario también señala el 27 de septiembre: el día en que esta médica veterinaria cumplirá 49 años.

“El 11 es por supuesto un momento muy triste que tiene que ver con la ruptura de la democracia… Pero también es la fractura de mi familia”, reflexiona. “Mi abuela Tencha (Hortensia Bussi) y mis tías Isabel (senadora PS) y Carmen Paz partieron a México. Nosotras nos fuimos a Cuba, entonces son costos que te acompañan… No es que los dolores desaparezcan, aprendes a vivir con ellos”, afirma, con un acento que a medida que la conversación avanza, se vuelve caribeño.

Beatriz, más conocida como Tati —la hija más cercana a Salvador Allende, doctora como su padre y quien era considerada su heredera política— no volvió a ejercer la medicina. “Se dedicó a su rol en el Comité de Solidaridad, donde recibía a las familias que venían del exilio; fue testigo de historias muy duras, separaciones brutales, torturas, desapariciones. El ser humano tiene un cierto aguante y todo eso fue mermando su estado de ánimo, a lo que se sumó la muerte de su padre. Fueron momentos muy duros para mi madre”.

En octubre de 1977, a los 34 años Beatriz Allende se suicidó. Maya, entonces de 6 años, y su her- mano de 2, quedaron a cargo de Mitzi Contreras, hermana de Miria (Payita), secretaria personal de Allende en La Moneda y con quien el mandatario mantenía una relación afectiva. Ambas se encontraron en La Habana y eran muy cercanas a Beatriz.

—Entiendo que su madre le pidió a Mitzi que los criara cuando ella ya no estuviera…

—La vida me regaló dos madres (se emociona). Tati, en un acto de amor, le pi- dió a Mitzi que se hiciera cargo de noso- tros, cosa que respetó mi abuela Tencha. Porque mi familia Allende pudo haber di- cho: “no, ellos son nuestros nietos, noso- tros los criamos”. Haber dado una pelea, pero respetaron la voluntad de mi madre.

—Debe haber sido doloroso para Hortensia Bussi que su hija eligiera a la hermana de quien era la amante de su marido.

—Tanto mi abuela como la Paya fueron mujeres que nos quisieron mucho. Si eso (el rencor) existió, se cuidaron de no transmitirnos nada. Mi abuela fue maravillosa, y eso es algo de lo que te vas dando cuenta con los años. Nunca me pidió na- da, jamás habló mal de nadie. Fue muy generosa. Lo más importante para Ten- cha era que nos quisieran.

—Estas dos mujeres amaban al mismo hombre. ¿Eso influyó en su propia manera de ver el amor?

—La vida personal de Chicho a mí nunca me ha causado mucha reflexión, no me corresponde. En algún momento me imagino que (Salvador) debe haber conversado con mi abuela. Ahora, respecto de mi propia historia, al haber te- nido una madre (biológica) y luego una maravillosa segunda mamá, aprendes que el amor no sólo tiene que ver con lo sanguíneo sino que es extensivo y que puede ir mucho más allá del núcleo. Así heredé primos, hermanos, y una tía muy cercana: la Paya, que nos adoraba. Conocí París con ella; fue un viaje inolvidable.

—¿Cómo era Mitzi, qué aprendió de ella?

—Se dedicó a nosotros en cuerpo y al- ma. Recuerdo que ella me contó que había muerto la Tati y para mí fue muy importante que lo dijera, saber tempranamente la verdad. Era muy delgada, fumadora, con una pena permanente que se reflejaba en su mirada. Con el tiempo entendí que era por lo que ocurría en Chile, con no poder volver a su país, con toda la incertidumbre de no saber qué había pasado con sus seres queridos, una tristeza profunda que luego vi en muchos chilenos. Pero a pesar de ello, se esforzaba por ser alegre y darnos una vida familiar.

—¿Cuándo se enteró de la relación que había entre Salvador Allende y Miria Contreras?
—Fue natural, no sé si hubo un momento. La Paya fue con nosotros una tremenda mujer. Jamás me dijo nada, al revés. Ambas priorizaron el amor antes que cualquier cosa. Jamás un conflicto. Nunca fue un tema tabú, al contrario. Que Paya quisiera tanto a la Tati se reflejó en el cariño hacia nosotros.

El dolor más hondo

Mitzi Contreras regresó a Chile en 1989 para preparar el retorno de la familia ya finalizada la dictadura. “La idea era vi- vir juntos… Pero acá le descubrieron un cáncer terminal. Yo estaba en La Habana terminando la enseñanza media. Fue bien brutal porque no me pude despedir de ella (se emociona y calla unos minu- tos)”.

En 1992 Maya Fernández se instaló definitivamente en Chile y entró a estudiar biología y luego medicina veterinaria en la Universidad de Chile. Los primeros años vivió con una hija de Miria Contreras y luego en la casa de Salvador Allende en Guardia Vieja, con su tía Isabel.

—Isabel señaló en revista Caras (2018) que había temas que no se hablaban dentro de su familia, que había una “costra de silencio”.

—Porque causaba dolor. Nosotras recordamos mucho a mi abuelo pero siempre desde los momentos entretenidos, las anécdotas.

—¿Creció con una especie de mito sobre su abuelo?

—Más que un mito era la idea del hombre que dio su vida por lo que él creía, por sus ideales. Eso fue lo que sentí siempre. Tomó la decisión de estar hasta el final por sus convicciones y su compromiso con el pueblo. Son valores muy importan- tes para mí.

—En lo humano, ¿con qué imagen creció de él?

—Como alguien cercano, con sentido del humor. Tengo la sensación de que era una persona muy querendona. Ahora habría sufrido muchísimo si le hubiese tocado vivir en pandemia (ríe), porque era muy de piel. Me gustan los relatos humanos del abuelo, no del presidente.

—Se dice que fue muy machista, sobre todo con Tencha.

—Sí, eso cuentan, pero mi abuela también hizo su vida, tampoco era la ama de casa típica; ella tenía su espacio y era fuerte de carácter, con sus ideas muy claras, fue una adelantada a su época.

—De acuerdo a un libro publicado en 2017, Hortensia Bussi tuvo un hijo antes de Allende. Lo entregó en adopción cuando se casó con él.

—Prefiero no opinar de esa historia porque mi abuela jamás me dijo nada.

—En esa entrevista con Caras, su tía Isabel dice que lo habló con su madre poco antes de su muerte.

—Algo supe, de hecho me enteré cuando Tencha había fallecido, pero ¿sabes qué? No juzgo. No cambia en nada mi amor hacia ella… Siempre he creído que la mayor pena de abuela fue la muerte de mi madre. Podía hablar de Chicho, contarnos historias, pero si había un tema que a ella no le gustaba era la Tati. Le dolía demasiado. Era una herida profunda que seguía abierta.

—Usted tiene dos hijos de 9 años y 20 años, ¿cómo los ha criado a partir de su historia?

—Soy optimista a pesar de esos dolo- res. Creo que lo que esperan mis madres, mis abuelas y abuelos, es que viva esta vi- da con alegría, a pesar de todo.

“Mi militancia es el Apruebo”

La parlamentaria no se encontraba en Chile para el plebiscito de 1988. Por eso, asegura, el del 25 de octubre será el hito político “más importante que me haya to- cado vivir”.

—Algunos sostienen que habría que posponerlo por razones sanitarias.

—Vivo aquí en Ñuñoa y te invito que vayamos a la calle o dar una vuelta por Providencia: está lleno de gente. Echarle la culpa al plebiscito (de que podrían aumentar los contagios) es un discurso poco democrático. ¿Por qué sería más seguro ir al supermercado que a votar? Por supuesto que tenemos que cuidarnos. Esto no ha terminado y pueden venir rebrotes, sin embargo las autoridades han dado señales muy ambiguas . Si la gente no confía en quienes deben dar las directrices, es peli- groso.

—Sebastián Piñera difundió algunos lineamientos que debieran estar en la nueva Constitución, ¿qué le parecen?

—El puede tener su opinión. Habla de ‘acceso’ a la salud, la educación, la vivien- da, etc., pero no lo ve como un derecho, que es bien distinto. El estado subsidiario no puede continuar y debemos avanzar hacia el desarrollo de un Estado de bie- nestar.

Agrega:

—Con los 50 años de la UP revisé las 40 medidas de Allende y están totalmente vigentes. Habla de la dignidad de las pensiones, contra los abusos, el derecho a la vivienda, a la salud, a la educación, que no se abuse del valor de los medicamentos. Hoy nadie podría estar en contra de esas medidas. hasta la derecha está abierta a los derechos sociales. No podemos tener una sociedad donde aparentemente estamos bien; pensar que somos un país OCDE cuando en realidad tenemos muchas inequidades y derechos que no están garantizados. Por eso es tan importante una nueva Constitución, hecha en democracia.

—¿Ve alguna candidatura en su sector de cara a las presidenciales?

—No es momento de proyectar nombres antes del plebiscito. Hoy lo que se espera es que nos unamos respecto del Apruebo. Lo demás se verá después del 25-O. Lo peor sería dividirnos y tener me- nos constituyentes en ese proceso, sobre todo si queremos transformar en Chile. Hoy mi militancia es el Apruebo y la Convención Constitucional.