El nuevo presidente de la Cámara de Diputados, veterinario de profesión y exconductor del programa «La ley de la selva», se refiere a esta otra jungla que hoy le toca encabezar. “En este lugar se puede saber cuánta bencina le echaste al auto, dónde fuiste, con quiénes te reuniste, las leyes que estás trabajando”.
Por Lenka Carvallo Giadrosic para La Segunda. Fotos: Raúl Zamora/ Aton.
24 Abril 2025.
José Miguel Castro, RN, casado, dos hijos, representante de la Región de Antofagasta y recién asumido como presidente de la Cámara de Diputados, se convirtió en la figura inesperada de Chile Vamos. En las pasadas elecciones para encabezar la Cámara Baja —tras la renuncia de Karol Cariola (PC)—, quedó empatado con Camila Rojas (FA) a 75 votos cada uno. Lo inédito es que, por primera vez en dos décadas y media, el asunto debió zanjarse mediante una tómbola. Aunque no fue lo único llamativo: los dos respaldos decisivos que lo llevaron hasta esa posición fueron los de Marisela Santibáñez (independiente, exPC) y Pamela Jiles (Humanista). “Tengo una muy buena relación con ellas”, comenta Castro instalado en su nueva oficina, a punto de preparar sus cosas para asistir al funeral del Papa Francisco este sábado, como autoridad de uno de los poderes del Estado.
Podría decirse que esto de llevarse bien con gente fiera, no es casualidad: Castro trabajó durante ocho años en el programa «La ley de la selva», de Mega, donde fue notero y luego animador.
“Yo era veterinario del Hipódromo Chile (“la gente jura que yo soy bien perruno y gatuno, pero me gustan los animales grandes, como las vacas, los caballos, andar con botas, el campo, y por eso entré a veterinaria, luego de estudiar cuatro años sicología”). Un día me contactaron del programa, que llevaba dos años al aire y era muy conocido. Necesitaban a una persona que ayudara al conductor (Sebastián Jiménez, “Lindorfo”) y quedé altiro. Yo era el que ponía al perrito en tal parte, el que armaba las jeringas, compraba los medicamentos”. El programa era de la productora de Kike Morandé (Kike 21), que también realizaba «Morandé con Compañía» y «La Plancha», que conducía Marisela Santibáñez. “Mira cómo es la vida —comenta ahora—. Aunque entonces sólo nos cruzábamos en la productora, ahora en cambio somos amigos y nos tenemos un cariño muy especial”.
«En una sesión donde había mucha gente, Marisela Santibáñez de pronto me dice: ‘Ahí está una persona que me acosó de una forma muy cruda’. La tomé por el hombro y le dije: ‘quédate tranquila’».
“Votaron por mí como persona, más que por el partido político”
—De hecho Santibáñez fue en contra de la ley natural, por así decir, y votó por usted…
—Yo también he votado por presidentes de comisiones que son de al frente, eso siempre pasa. Además que Marisela lo dijo abiertamente: “Esto lo hago exclusivamente porque es José Miguel”. Aquí las relaciones humanas primaron ante todo.
—Entiendo que una de las razones es porque usted la apoyó en un momento bien complejo.
—La he acompañado en un montón de cosas, tanto en leyes como en temas personales que han pasado en la Cámara.
—¿Cómo en julio de 2024 cuando ella denunció que había sido acosada por el asesor de un parlamentario?
—Sí. Fue un momento bien tenso que se dio en una discusión en el excongreso, donde había mucha gente; yo estaba sentado a su lado y de pronto me dice: “Ahí está una persona que me acosó de una forma muy cruda”. La tomé por el hombro y le dije: “quédate tranquila”, entonces empezó a ponerse muy nerviosa y los ojitos se le llenaron de lágrimas. Para no exponerla, fui a hablar con el presidente de la sala, el senador Juan Luis Castro (PS) y le dije: “Tengo a Marisela con un problema grave, esta cuestión hay que pararla ahora, confía en mí”. Yo también soy muy amigo de él, así es que me creyó y paró la sesión. Hubo que sacar a esta persona. Luego estuve conteniendo a Marisela un rato porque tenemos esta cercanía.
—Pamela Jiles también lo respaldó.
—Es que ella es de oposición, porque siendo una persona de izquierda ha sido súper crítica de esta administración y de la gestión de las mesas anteriores. Pamela, igual que Marisela, son mujeres con pachorra y, si tienen la convicción de que algo debe ser de alguna forma, van y lo hacen.
—Por lo visto tiene la capacidad de llevarse bien con mujeres de carácter fuerte…
—Cuando tú te enfrentas a cualquier persona, como Johannes Kaiser, por ejemplo, generalmente la gente se hace ideas preconcebidas. Pero una vez que trabajas con ellos, te das cuenta de que tienen tremendas ideas, empuje y que detrás de esta imagen hay personas muy lindas, con familias, historias de vida. Entonces, más que tener la capacidad de hablar con mujeres fieras, tengo la suerte de poder conversar con todos. No le hago el quite a nadie. Y la gracia que se dio con mi elección es que pude unir los cabos que se fueron formando en términos de relaciones humanas durante mucho tiempo. Votaron por mí como persona, más que por el partido político, porque hay vínculos de confianza.
«No existe ningún acuerdo de nada. Un proyecto de ese tipo (retiro de los fondos de pensiones) no está dentro de mis prioridades legislativas, de hecho me he opuesto, no una, sino varias veces».
—¿Cómo es la relación con Pamela Jiles?
—La mejor. Me llevo excelente con ella y con su marido, Pablo Maltés. Nos reímos mucho. Ahora tenemos una relación aún más cercana porque está en el comité, que es donde acordamos las tablas legislativas.
—Más que por pura buena onda, se ha dicho que tanto Santibáñez como Jiles transaron sus votos a cambio de apoyo a un nuevo retiro de los fondos de pensiones.
—No existe ningún acuerdo de nada (dice tajante). Un proyecto de ese tipo no está dentro de mis prioridades legislativas, de hecho me he opuesto, no una, sino varias veces. La última fue en plena campaña (para su segundo período), lo que no fue muy popular. Fui el único de mi región que votó en contra. Eso genera una pérdida de adhesión importante, pero a la vez la ganas entre aquella gente que no es necesariamente de tu partido y que dice: “Este gallo es de una línea”. Y eso también lo saben en la Cámara: “El Cote cumple”.
—¿Le dicen Cote?
—Sí, igual que el Cote Ossandón.
—A todo esto, ¿cómo se llevan? Tampoco es un personaje fácil.
—Soy íntimo de su hermana Ximena (diputada RN), que tiene una gran ascendencia sobre él, así que nos llevamos súper bien con el Cote y estamos muy alineados.
“Kaiser es una persona súper agradable”
—De forma inédita, tanto el Senado como la Cámara de Diputados están liderados por RN. Ad portas de la presidencial y con Evelyn Matthei aún punteando las encuestas, esto ha generado resquemores, particularmente en el oficialismo.
—Le he dado garantías a todos los parlamentarios de que esta presidencia será ecuánime y participativa para todos. Por supuesto mi corazón está 100% en RN, y tengo mi candidata, pero este cargo lo voy a ocupar para los fines del trabajo legislativo y sacar adelante al Congreso Nacional.
—También le toca entenderse con otro candidato fuerte a La Moneda, Johannes Kaiser.
—Claro, y también con Gonzalo Winter (FA), Jaime Mulet (Federación Regionalista Verde Social), Félix González (Partido Ecologista Verde) y el diputado Alberto Undurraga (DC).
—Aunque solo él tiene un rol protagónico en estas elecciones.
—Como presidente tengo que tratarlos a todos con ecuanimidad. He conversado con varios y ahora tendré una reunión con cada uno para que sepan que se les van a dar todas las facilidades, que en sus tiempos libres podrán hacer lo que estimen conveniente, pero ninguno puede abandonar sus labores parlamentarias.
—¿Cómo describiría al diputado Kaiser? El también es un personaje llamativo.
—Es una persona súper agradable, que antepuso el bien de la oposición y, antes que salir por otro lado, alineó a sus diputados y votó por mí. Me junté a almorzar con todos los diputados del Partido Libertario, donde tengo grandes amigos: Cristóbal Urruticoechea, Gloria Naveillan, Gonzalo de la Carrera, quienes se cuadraron inmediatamente conmigo. Ahí te das cuenta de que esta forma de ser parlamentario, con relaciones humanas, de saber lo que le está pasando al otro, conocer sus proyectos y visiones, permite llegar a estos acuerdos.
«Que un parlamentario esté desaforado no significa que haya cometido delito. Eso es algo que se debe probar».
—El Congreso tiene una pésima imagen en las encuestas, es la institución con la peor evaluación ciudadana. ¿Cómo se hace cargo?
—Hay muy poco tiempo para dejar un legado, pero aspiro a desmitificar algunas cosas y demostrar que este es uno de los congresos más transparentes del mundo. Se puede saber cuánta bencina le echó un parlamentario al auto, dónde fue, con quiénes se reunió, las leyes en que está trabajando, las comisiones que integra, etc. Esas cosas son las que generan algunas luces verdes que ayudan a apagar las rojas.
—Hoy hay cuatro diputados desaforados que siguen recibiendo su dieta más las asignaciones. Es harto dinero. ¿Es partidario de quitarles el sueldo en esos casos?
—Que un parlamentario esté desaforado no significa que haya cometido delito. Eso es algo que se debe probar.
—El tema es que mientras tanto no está trabajando.
—Por eso existen proyectos de ley que van en ese camino, para poder salvaguardar las platas que son de todos los chilenos.
—Ya, ¿pero su postura cuál es?
—Que sí hay que legislar, que hay que tomarlo en cuenta.
—¿Para terminar con las dietas?
—Para que se regule. En el caso de María Luisa Cordero estuvo fuera dos o tres meses (en realidad fue de agosto de 2023 a marzo de 2024) simplemente por haber dicho algo que a algunos les pareció malo y a otros no tanto (querella por injurias con publicidad interpuesta por la senadora Fabiola Campillay, cuando Cordero dijo que esta “no estaba totalmente ciega”). Eso es completamente distinto al desafuero por un delito grave. Pero al haber desaforado a esa parlamentaria, por ejemplo, cambiaron los quorum constitucionales y al final el problema es que no tenemos representación; ese es un tema. En cuanto a las asignaciones para los equipos, hay que distinguir porque son trabajadores que muchas veces no tienen nada que ver con lo que se acusa a sus parlamentarios y que se quedan con la incertidumbre de no saber qué pasará con sus puestos de trabajo. Eso hay que revisarlo.

—Me refería al pago de los asesores que son externos.
—Hay que distinguir, porque cuando un diputado está desaforado y tomó una relación contractual, como el arriendo de una oficina parlamentaria durante un año o personal, eso hay que cumplirlo. Pero si por ejemplo mandó a imprimir volantes para difusión y rinde cuenta, claramente no corresponde.
—Son 6,7 millones para asignaciones parlamentarias al mes.
—Pero ese monto se reparte entre todas las personas que trabajan. Yo, por ejemplo, tengo a mi secretaria contratada y entre mis asesores está mi abogada. Pero hay otros que tienen a todo su equipo a honorarios. Es muy variado. Por eso existe un Consejo de Asignaciones Parlamentarias que aprueba o rechaza los gastos. A esto me refiero cuando digo que tenemos uno de los congresos más transparentes y con un alto estándar reconocido a nivel internacional. Eso nos permite dar cátedra afuera.
—Entre las personas también hay molestia ante casos como los de Maite Orsini o de parlamentarios que no cumplen con los horarios, que andan de viaje en viaje, que tienen repetidas inasistencias o no están presentes en las votaciones.
—Son dos, tres o cuatro casos de 155; se cuentan con los dedos de una mano o tal vez dos. Pero el resto son personas que trabajan bien, que cumplen con los horarios que les corresponden, que están en las comisiones en horarios completamente fuera de lo que la gente cree, muchas veces pasadas las 9 de la noche.
—¿No sería mejor una gran reforma que regule la situación de los parlamentarios desaforados por meses, los casos de aquellos que solo llegan a marcar asistencia, entre otros? Un cambio macro en conjunto con el Senado.
—Acá tenemos multas por todo, por ejemplo si llegas atrasado o por las inasistencias, junto con permisos sin goce de sueldo. Existen las herramientas para que se entienda que cada uno tiene un garrote y una zanahoria. Pero en todo sistema humano siempre habrá gente que quiera saltarse la valla o que no cumpla con lo establecido, pero le aseguro que la mayoría de los parlamentarios en ejercicio está por una función pública que respeta y no trata de sacar provecho. En cuanto a las altas rentas, debo recordar que en el período pasado nos bajamos un 25% la dieta. Pero no tuvo la repercusión que merece. Hasta el día de hoy hay gente en mi distrito que me dice: “¿Y cuándo se va a bajar la dieta?”. Ahora tendremos una bicameral con el presidente del Senado, donde estudiaremos los altos sueldos del Congreso para llegar a una escala un poco más acorde con lo que estamos viviendo como país.