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Magdalena Piñera:“Para nuestra familia el estallido social fue muy duro, muy duro…»

La profesora de historia y hermana menor de Sebastián Piñera, habla de las dificultades que vivió la familia y el ex mandatario a partir del 18 de octubre de 2019. Y se refiere a la misión educativa de la Fundación Futuro, que cumple 30 años. Por Lenka Carvallo Giadrosic.

Fotos: Claudio Cortés, gentileza de El Mercurio.

Entrevista publicada el 8 de febrero de 2023 en La Segunda.

En el piso 17 de un flamante edificio en Vitacura las cajas de embalaje están por doquier y  Magdalena Piñera va de un lado a otro dando instrucciones. Un par de maestros instalan unas repisas y aún no está operativa la máquina de café, se excusa la secretaria. 

“Perdona pero es que se me olvidó por completo que la mudanza era hoy”, dice la directora ejecutiva de la Fundación Futuro en su estilo acelerado, mientras acomoda sus cosas en la nueva oficina.

Atrás los tiempos del famoso edificio en Apoquindo 3000, donde el ex Presidente Sebastián Piñera se dedicó por 25 años años a la actividad empresarial y política.

—¿Qué pasó?

—Eso ya se vendió, se acabó. Nueva etapa —sentencia—. Todo más moderno, más luminoso. Sebastián y su gente se trasladaron como hace un mes y están dos pisos más arriba. Ahora nos tocó a nosotros y aquí estamos iniciando el 2023 justo cuando en la Fundación Futuro cumplimos 30 años. Espero que acá empiecen a pasar cosas entretenidas también.

Magdalena Piñera viene llegando de Chiloé luego de una pasantía cultural con profesores y profesoras por distintos territorios del archipiélago. Un programa que partió en 2007 y al que se accede mediante postulación.

“La enseñanza no puede ser sólo dentro de las aulas. La sala de clases tiene que  estar también en los espacios públicos. El propósito de la Fundación Futuro es precisamente ése: estimular la relación entre los profesores con la ciudad, el  patrimonio, la educación y la naturaleza. Nos gusta ser difusores de cultura nacional; acompañando a los profesores para que sean mejores; ayudarlos para eso, con herramientas, reconocimientos, comprensión, oportunidades, y entregamos mucho material, como la revista Ventanal, que ya tiene 23 años o el programa ‘un profesor, un libro’, donde a través de instagram te inscribes para recibir un libro a tu domicilio, en cualquier lugar de Chile”.

La idea de armar una fundación fue de Sebastián Piñera. 

“Cuando en 1991 falleció nuestro padre ( José Piñera Carvallo, ingeniero, diplomático y un falangista histórico), Sebastián se acercó a mí y a la Cecilia, su señora, para ver qué podíamos hacer. La idea era apoyar a través de una institución a las personas que tienen menos posibilidades de las que nos dio nuestro padre. Surgieron varias propuestas. Yo soy profesora de Historia y Educación Cívica de la Universidad Católica. Trabajé en los colegios Saint George y el Catalina de Siena e hice mi práctica en el Liceo de Aplicación donde luego me quedé. Entonces insistí en que fuera algo relacionado con lo educativo”, señala Magdalena, quien también es licenciada en Ciencias del Desarrollo en el Instituto Latinoamericano de Desarrollo Social (Ilades), y egresada de Licenciatura en Relaciones Internacionales del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile. 

—Por lo que se cuenta, su padre era muy estricto…

—Él era un hombre muy libre y nos dejaba mucho hacer. La exigente era mi mamá (Magdalena Echenique Rozas). Yo era la menor así es que escuchaba las conversaciones de los grandes y me formaba mis propias opiniones. Era una casa donde se conversaban los temas. Los domingos antes del almuerzo escuchábamos a Luis Hernández Parker y estábamos al tanto de todo lo que pasaba en el país. Fue una educación libre, donde Miguel pudo ser músico y yo profesora. 

—Aunque entiendo que su papá hacía competir a José, Pablo y Sebastián. ¿Es cierto?

—No tanto. Además que llegué más tarde a ese cuento; como era mujer y la menor… Pero imagínate, eran 4 hermanos hombres, con menos de un año de diferencia; entonces peleaban por quién corría más rápido, quién comía más pronto, etc. Y a los tres más grandes les fue muy bien en la universidad y más encima estudiaron lo mismo… Se dieron las circunstancias; si hubiesen seguido carreras distintas, esa competencia no se habría dado. Pero entre ellos hay mucho compañerismo. Cuando Sebastián estuvo en el gobierno, nos mantuvimos todos muy unidos.

—¿De cual de todos ellos es más próxima?

—Con el Negro somos muy compinches. Hablamos todos los días por teléfono. También soy muy cercana al Polo y le tengo mucha gratitud porque es muy generoso conmigo. Y con Sebastián hemos trabajado juntos y quiero mucho a Cecilia, su señora.

—No menciona a José.

—No, porque lo veo muy poco (se corrige): lo vemos muy poco; parece que entra y sale de Chile, aunque sí soy muy cercana a sus hijos.

Foto: Claudio Cortés.

“Han pasado 30 años y en este tiempo recuperamos la democracia, tenemos mejor infraestructura, se han ensanchado las alamedas, sin duda hoy existe más libertad, pero la deuda con la educación es infinita y todavía es una necesidad urgente en el país”, declara la directora ejecutiva de Fundación Futuro. 

“Para colmo, la pandemia fue un retroceso, lo que agravó la inequidad educativa, sobre todo para la infancia. Eso es fuerte, porque  si comparas a un niño de 6 años que va a un colegio particular pagado, él puede leer de corrido; en cambio, un niño de la misma edad de una escuela rural o vulnerable, todavía no es capaz de leer el abecedario”. 

—¿Se alargó más de lo necesario la apertura de las escuelas? 

—Así es. Fue un gran error haber demorado tanto el retorno. El costo no sólo fue alto, en algunas ocasiones ha sido irremediable. Un niño que en tercero básico no lee de corrido, entra al sistema educacional con un retraso. Porque leer no es solamente una técnica, como tejer, es una manera de mirar el mundo, de ampliar tus horizontes; te da seguridad para pararte en la vida, te permite estar informado. 

—Según la OCDE, Chile fue el último país del mundo en abrir sus aulas luego de la pandemia. El Colegio de Profesores recibió muchísimas críticas.

—La prensa del Colegio de Profesores no es la cara real del profesorado de Chile. Ellos representan sus intereses, pero de los 230 mil maestros que existen en nuestro país, sólo el 40% está colegiado y, de ellos, son muchos los que no participan activamente. 

—¿Cómo se explica que se hayan opuesto tanto al retorno a clases? 

—Les faltó convencerse de la urgencia y lo desafiante del trabajo que cumplen. Según un estudio de Elige Educar, un profesor se vincula a 6000 alumnos a lo largo de su trayectoria y deja un recuerdo permanente. Un  profesor puede cambiar la vida de una persona.

—Para bien y para mal.

—Claro. Y al final, en el recuerdo prima no necesariamente el más simpático sino aquel que te cuestionó, que te puso en jaque para desarrollar tus conocimientos. Pero hoy nos estamos encontrando con alumnos que no ven el valor de aprender. No les interesa…

—¿Cómo evalúa el rol del actual ministro, Marco Antonio Ávila?

—Él fue pasante de la Fundación Futuro y fue con nosotros a Iquique. Le tengo gran admiración y cariño. Me encanta que sea un profesor que estuvo donde las papas queman. Fue director académico; coordinador de Belén Educa, entre otros. Creo que le toca muy difícil, pero su llamado a la mesa de urgencia (por la deserción escolar) es un buen paso.

«Fueron días muy duros, muy cuestionadores, y cuando uno es familiar de una persona de tanta  responsabilidad, duele la guata, cómo no…».

Magdalena Piñera sobre el estallido social del 18 de octubre 2019.

—Con la vuelta a clases se ha visto que los alumnos no sólo tienen retrasos de aprendizajes, también son más agresivos para resolver sus conflictos…

—Los adultos no les hemos enseñado mucho tampoco. Si lográramos escucharnos mejor, sería distinto el cuento. Lo que pasó con el resultado final de la constituyente fue decidor y habló más allá de los resultados que todos conocemos, de que, en el fondo, no fuimos capaces de sentarnos a dialogar. 

—Muchos simbolizan la intolerancia y falta de diálogo cuando la directiva de la Convención no quiso invitar a los presidentes de la República a la ceremonia de entrega del texto final.

—Como profesora de historia y educación cívica, me pareció una barbarie. Confío en que esta segunda patita de cueca de la Convención sea más civilizada. Necesitamos llegar a una nueva Constitución que sea reconocida, respetada y valorada por todos los chilenos.

—¿No le parece excesivamente cautelada, como observan algunos?

—¿Qué tanto podría estar? Si van a estar todas las redes sociales antentas…

—¿Sigue siendo de la DC?

—Ya no. Nací y me crié en un ambiente demócrata cristiano y el rol que jugó este partido en la búsqueda del retorno de la democracia fue extraordinario. Pero el partido del último tiempo no me representa. 

—¿Por qué no?

—Han sido sectarios y ha faltado una mirada más amplia. Tengo una gran amistad con su actual presidente, Alberto Undurraga, lo quiero mucho. Hace no mucho estuvimos en la inauguración del monumento a don Patricio Aylwin, en la Plaza de la Ciudadanía. Habló el Presidente Boric y también los ex presidentes Lagos y Piñera. Me parece bonito eso; hoy los gestos republicanos tienen más valor que antes. Bueno, el asunto es que le dije a Alberto que esta democracia cristiana a mí no me representa. Hasta ahí llegó la conversación, jajá.

—Después de que la generación del Frente Amplio fuera tan crítico con sus predecesores, el Presidente Gabriel Boric ha terminado por reconocer el rol que cumplieron figuras como Aylwin, Lagos, Bachelet y Piñera… ¿Cómo lo interpreta? 

—Que otra es con guitarra nomás. Pero (el aprendizaje) es algo que nos pasa a todos, no sólo a él, que creo que tiene las mejores intenciones… Ojalá que lo haga bien. Lo encuentro muy capaz, inteligente, aunque muchas veces él y su grupo, sus amigos, sus boys, han sido arrogantes. 

—Ellos fueron muy críticos con su hermano durante el estallido social y luego, con la pandemia. ¿Cómo lo recuerda?

—El estallido fue muy duro, muy duro… Sebastián estaba preocupado pero siempre asumió una actitud muy responsable, como es él, y así estuvo todo el tiempo. 

Reflexiona:

—Cuando los historiadores estudien este episodio, veremos que hubo momentos en el que estuvimos muy al filo de las circunstancias, donde la figura de un Sebastián Piñera, sólido, de pie dando la cara, fue fundamental. 

—Supongo que alude a aquella noche en que su hermano tuvo que tomar la decisión de sacar o no a las FF.AA. a la calle.

—A eso me refiero yo también…

—Optó por no hacerlo y tuvo que pagar un costo muy alto con un sector de la derecha. 

—Para eso vale también decir que otra es con guitarra, porque desde la casa no cuesta nada decir que pongan a los militares en la calle. La vida no es así…

—¿Usted cómo vivió esos días?

—Fueron días muy duros, muy cuestionadores, para mí y para todos los chilenos. Y claro, cuando uno es familiar de una persona de tanta  responsabilidad, duele la guata, cómo no… Pero así es la vida, es lo que me tocó.

—Cargar con el apellido Piñera no debe haber sido fácil

—Lo pasé mal. La gente se permite en esta sociedad moderna decir lo que quiera donde quiera, como por choreza, sin darse cuenta de que a veces sobrepasan los límites de lo que corresponde. Toda nuestra familia lo pasó mal. Pero no quiero hablar de ello, no quiero llorar más por esto. 

—¿Lloró?

—¡Me dolió la guata, claro que sí!

—¿Leía las redes sociales?

—No tengo, nunca las he tenido, por sanidad mental y porque no estoy para leer los vómitos de usuarios que no dan la cara.

—Su hermano ha seguido presente en la discusión política, de hecho trabajó activamente promoviendo consejeros y expertos para el Consejo Constitucional. Al parecer no acusó mella de todos los golpes, ¿o sí?.

—Todo ser humano acusa los golpes y fueron golpes duros, en un momento en que las encuestas y la sociedad no lo apoyaban, que los políticos lo dejaron solo y fueron poco responsables en los tiempos del estallido y post estallido, transversalmente  en nuestra ex Concertación… La derecha estuvo más a tono con los circunstancias que nos tocó vivir.