El senador PS critica profundamente al ministro Giorgio Jackson y afirma que estaría perjudicando a Gabriel Boric… «La arrogancia y sectarismo de Jackson le hace muy mal al Presidente». El representante de la zona de Los Ríos, también le reprocha al gobierno su indiferencia ante el aumento alarmante de los atentados terroristas en su región. Y admite: «En el PS nos gustaría tener mayor participación en el comité político”.
Por Lenka Carvallo
Por Lenka Carvallo Giadrosic
“Soy un clásico, leo la prensa en papel y no tengo WhatsApp”, sostiene el senador PS Alfonso de Urresti. Orgulloso de su estilo old fashion, añade: “Todas mis elecciones las he ganado en terreno, no a través de campañas por las redes sociales. Así no se hace política”, afirma el representante de la Región de los Ríos marcando sus diferencias con el ministro Secretario General de la Presidencia, Giorgio Jackson, quien destaca por sus videos en Tik Tok, los vivos en Instagram y, hasta hace poco, apariciones en Twitch. Fue ahí, en una entrevista, donde habló de la mayor estatura moral de su generación respecto de sus antecesores, lo que indignó transversalmente a varias figuras emblemáticas de la exConcertación, sobre todo al Socialismo Democrático, socios estratégicos del gobierno de Gabriel Boric.
“Soy rudo. Un exministro del Interior de Piñera me dijo hace poco: ‘De Urresti, te valoro porque has sido duro con nosotros pero también con los tuyos cuando hacen tonteras’. Yo no me ando con genuflexiones con la autoridad”, advierte el también vicepresidente del PS.
—Esta ha sido una semana clave para las dos coaliciones del Gobierno. Luego de una serie de tiras y aflojas, ayer presentaron el paquete de reformas con las que buscan mejorar la propuesta de nueva Constitución en caso de ganar el Apruebo. Pero se ha criticado la tardía reacción del Gobierno y tanto usted como la presidenta de su partido, decían hasta hace muy poco que las mejoras había que conversarlas después. ¿No dañó esto las posibilidades del Apruebo faltando tres semanas para el plebiscito?
—Recogí la petición del Presidente Boric en su llamado a ponernos de acuerdo. Lograr una nueva Constitución es fundamental para un socialista. Lo importante es que escuchamos al Presidente y entendimos que el propósito mayor es lograr una nueva Constitución, asumiendo que hay que mejorar (el texto) y superar las deficiencias.
—¿Cree que a estas alturas que el acuerdo moverá la aguja electoral?
—Espero. Hay que hacer pedagogía, explicar, convencer y desmitificar desprolijidades que tuvo la Convención.
—¿Qué desprolijidades apunta personalmente?
—La reelección inmediata de los presidentes era una mala figura; lleva a que los mandatarios desatiendan las prioridades de su gobierno y se enfoquen en la reelección. Eso no fue suficientemente discutido y tampoco se recogió nuestra tradición. He participado en varios cambios de mando; me gusta cuando el Presidente ingresa con la banda al Congreso Pleno, luego le pone la piocha al presidente electo y abandona el salón como un ciudadano más. ¿Ahora qué pasaría, se pondrá la banda a sí mismo?
—En esta articulación de acuerdos, ¿hubo telefonazos del Presidente?
—El Presidente no es de telefonazos.
—Él había mandatado al ministro Giorgio Jackson, pero fue vetado por muchos de los representantes de los partidos. Tuvo que asumir él ese papel…
—(Jackson) no es un actor válido para interactuar con nosotros; lo único que ha hecho es sembrar desconfianza y recelo. El Presidente necesita a un ministro que genere acuerdos, pero él ha denostado a sus aliados para mantener su pureza ideo- lógica. En esto no hay dos opiniones: su actuación ha sido pésima. Su arrogancia y sectarismo le hacen muy mal al Presidente Boric. La desastrosa labor de un ministro no debe opacar su gestión. Debe ser complicado para él abrir la prensa de la mañana y encontrarse con las declaraciones de su ministro.
—¿Cómo afecta esto concretamente al mandatario?
—Lo desgasta, sin duda. Los ministros están para ayudar al Presidente, no para causarle problemas.
—¿Llegó el momento de pasar la página?
—Es el Presidente Boric quien deberá evaluar su gabinete y ver quiénes suman y quienes restan en su trabajo.
—Boric y Jackson vienen juntos desde 2011. Son amigos, compañeros de ruta.
—Pero Boric desarrolló la voluntad de generar mayorías para los cambios que se requieren. Al igual que la Presidenta Bachelet, tiene la capacidad de leer, interpretar los cambios, ponerse a la vanguardia y convencer a los suyos. Me tocó estar ahí cuando se firmó el Acuerdo por la Paz y Gabriel antepuso al país y los intereses generales sobre sus propias convicciones, e incluso las de su partido, lo que abrió las puertas de este proceso inédito de reformas. De Jackson sólo recuerdo que le regalaron el cupo para competir como diputado, cuando la Nueva Mayoría se omitió en el distrito de Santiago por petición de la Presidenta Bachelet. Corrió solo.
Y sigue: “El ministro se ha enamorado de sus propias convicciones; ha reducido su capacidad de influencia; se ha enemistado con las bancadas de Gobierno y oposición; y se ha convertido en un obstáculo para llevar adelante las políticas públicas que el Presidente le mandata. Jackson está en las antípodas del Presidente Boric”.
—Lo apunta como la encarnación de todos los males, sin embargo a toda esa generación la acusada de soberbia.
—Pero él representa más visiblemente esta teoría juvenil de sustituir a nuestra generación. Nosotros luchamos contra la dictadura. Trabajamos en la recuperación de la democracia. Es cierto que fue una transición con muchas luces y sombras. Por supuesto que tengo autocrítica. Pero no me olvido del ejercicio de enlace, el boinazo y decenas de situaciones brutales. Entonces, creer que todo lo anterior está tejido de maldad y renuncia es no entender la complejidad del país.
—¿No será que quienes critican al ministro Jackson pecan de hipersensibilidad? Desde que él llegó generó animadversión al presentar el proyecto para amnistiar a los presos de la revuelta.
—Y demostró su impericia e incompetencia. Hizo un acto comunicacional junto a la senadora Campillay, una de las principales víctimas del estallido, sin conversar con nadie ni buscar los votos. Una política hecha para las redes sociales, no como deben hacerse las cosas en el Parlamento.
—Desde entonces usted y el senador (PS) Fidel Espinoza han venido hablando de la “tesis de la sustitución”, ¿a qué se refieren concretamente?
—Hay un sector del FA que busca disputar y reemplazar al Socialismo Democrático; ganar en las alcaldías, en los territorios, la sociedad civil, pero es evidente que eso no se ha producido. A veces se tiene la voluntad de hacer el camino corto y con el triunfo presidencial esa mirada se aceleró.
—¿Eso se expresó en el trabajo de los convencionales?
—Sí, desde un comienzo, por ejemplo, en la intención de reemplazar al Senado. Otra demostración es que tampoco se reconoció a los partidos políticos como instrumentos de participación. Pero ya vimos lo que pasó con la Lista del Pueblo, por la cual votaron miles de personas pero que terminó en un descalabro. Hubo un intento de aprovecharse del estallido social, del nuevo Gobierno y de la constituyente para borrar determinadas tradiciones. Y el Gobierno, a través del ministro Jackson, en lugar de orientar este proceso, se atrincheró. En el PS insistimos en un entendimiento con el FA y el PC para lograr un eje de transformaciones hecho con sensatez y realismo. Estaríamos en mejor pie frente al plebiscito de haber existido la capacidad de convencer a su sector y buscar los grandes acuerdos. P ro en lugar de eso, la tesis de Jackson fue que con el éxito del Gobierno bastaba para sacar adelante la nueva Constitución.
Mira fijamente y añade: “Me gusta mucho leer sobre nuestra historia; he estudiado sobre la Reforma Agraria y la Nacionalización del Cobre, las dos transformaciones estructurales más importantes que ha tenido nuestro país. Ellas fueron el resultado de grandes procesos de articulación de fuerzas, discusiones, avances y retrocesos, pero siempre con la convicción de alcanzar acuerdos y no a través del camino fácil”.
“Tampoco se trata de centrar todo en el ministro Jackson”, dice dando una mirada al resto del gabinete, cuando advierte que “cinco meses (es decir antes del plebiscito) o siete (después) es tiempo suficiente para dar un empujón. Hay un conjunto de ministerios que necesitan impulso”. Y explica: “Me ha tocado recorrer el país y en muchas regiones aún no están constituidos los gobiernos locales. Hay improvisación, desconocimiento de las políticas públicas. Los gobernadores elegidos democráticamente hace un año y medio todavía no terminan de empoderarse. Se lo hemos dicho al Presidente”.
—¿De quién depende?
—El Ministerio del Interior era el que lo articulaba originalmente a través de las intendencias, gobernaciones y ponía en marcha el aparato público regional, pero hoy todavía hay lugares donde no están nombradas las autoridades. Ha habido mucha improvisación y desconocimiento. Autoridades que no conocen el país real ni la complejidad del aparato público, de los trámites administrativos, del despliegue territorial, la complejidad del territorio, etc. Espero que tengamos un segundo periodo de mayor concreción.
—Ayer la ministra del Interior, Izkia Siches, anunció que finalmente no decretarán Estado de Excepción en la Región de los Ríos, a pesar de que hace unos días había dado a entender lo contrario. ¿Qué cree que refleja?
—Hay un absoluto desconocimiento desde Santiago de lo que ocurre en la Región de Los Ríos. Una mirada centralista y, en ciertos casos, sobreideologizada. También hay algunos ministros y ministras con una visión idealizada, que no se apega a la realidad e intentan bajarle el perfil a un grave problema de seguridad. Esta falta de convicción es desconcertante para la población y genera desconfianzas. Lo hemos dicho con todas sus letras: es deber de un gobierno progresista resguardar la seguridad del país. Se lo hemos advertido a la ministra del Interior.
—¿Cómo evalúa su trabajo en este sentido?
—Ella ha hecho grandes esfuerzos por conducir el ministerio, pero claramente en el Comité Político no fue acompañada en esta decisión. Confío en ella, pero lamento profundamente que se haya tomado esa opción inconsulta, difícil de entender por la ciudadanía.
—Se dice que lo que quiere el PS es poner a uno de los suyos en el comité político para sumar poder. Esto justificaría su inquina con Jackson.
—El PS está muy bien representado por Mario Marcel. Pero obviamente nos gustaría tener mayor participación en esa instancia. Mire la contradicción: la bancada más grande de senadores y diputados no tiene mayor figuración en el comité político. Es un error de diseño.
—¿Cómo se explica que después de cinco meses la coalición todavía no tenga nombre?
—Cuando nos juntamos con el Presidente Boric en la segunda semana de Gobierno en Cerro Castillo, él mismo señaló: un Gobierno, una sola coalición. Es la manera de conocernos, de entendernos y generar complicidad. Los éxitos de los gobiernos son cuando se genera la capacidad de entendimiento, de confianza, trabajo conjunto. Cuando tienes dos coaliciones dentro del Gobierno en permanente competencia, cuando no hay orientación y además tienes a un ministro que se sitúa con una autoridad moral superior y desprecia… Espero que en este segundo periodo después del plebiscito podamos avanzar en eso por el éxito del Gobierno.
—¿Entonces no se han puesto anillo por falta de cariño?
—Creo que hay sectores interesados en no hacerlo. Las alianzas no se concretan por decreto. Esperemos que algunas autoridades se bajen del unicornio para ese momento, que desciendan al mundo terrestre donde hay que gobernar día a día, porque las coaliciones se hacen con esfuerzo, sumando y escuchándonos entre todos.