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Entrevista Manuel Antonio Garretón

“¿Gabriel Boric moderado? Para mí es su calidad de estadista”

Seguido de cerca por el presidente electo y Jackson, el “profe”, como lo llaman, único integrante senior del Frente Amplio, desmenuza los roles clave del gabinete y sentencia: “En nuestra época el proyecto de sociedad fue generado por la reforma agraria o la vía chilena al socialismo. Esta generación deberá construir su propio camino desde cero, ese es su gran desafío”

Manuel Antonio Garretón

“Roberto fue en nuestras vidas y en el país una persona admirable. De-cir que es una pérdida irreparable sería un lugar común”, responde con voz apesadumbrada el sociólogo Manuel Antonio Garretón sobre la muerte de su hermano, el destacado abogado de Derechos Humanos, figura fundamental en la Vicaría de la Solidaridad. Una partida que fue recibida con enorme pesar por figuras como el presidente electo Gabriel Boric, quien participó de su velatorio en el Museo de la Memoria el pasado 27 de diciembre. 

“Roberto era el hermano mayor, luego está Carmen y después yo. Ella también trabajó mucho tiempo en la Vicaría”, señala por la mujer que hasta el 2000 se desempeñó en la Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad. El titánico trabajo de este organismo dependiente del Arzobispado de Santiago quedó plasmado en un completo archivo; un elocuente relato de las violaciones a los derechos humanos entre 1973 y 1990 compuesto por más de 85 mil documentos, declarados parte de la Memoria de la Humanidad de la Unesco. Juntos, los hermanos también escribieron “Por la fuerza, sin la razón”, editado por LOM. “Heredamos el sentido de justicia que nos dejó nuestro padre y que ha estado siempre presente en nuestras vi- das”, dice sobre Manuel Antonio Garretón Walker, fundador de la Falange y lue- go de la Democracia Cristiana. 

El Premio Nacional de Humanidades (2007) es un observador implacable del proceso político social chileno, a quien leen y escuchan Gabriel Boric y Giorgio Jackson desde que eran dirigentes universitarios y a quien se dirigen, con admiración, como “el profe”. Una historia que comenzó en la revuelta universitaria de 2011. “Ese grupo de Boric, Jackson, Valle- jo, Ballesteros, Cariola, encabezó el primer proyecto refundacional de la sociedad chilena post dictadura, para desarmar el orden social y económico que venía desde Pinochet, administrado por la Concertación. Ellos sabían que para conseguir una educación pública de calidad y mayoritaria para Chile, era central una re- forma tributaria que disminuyera la desigualdad y, lo que era central, redactar una nueva Constitución”, observa. Temas que Garretón ya venía señalando desde 2006, con la revolución pingüina, y que dejó plasmados en el libro “Del post pinochetismo a la Sociedad Democrática” (2007), donde planteaba la urgencia de cambiar tanto la Constitución como la política económica neliberal, apuntándolos como factores generadores de desigualdad. 

En una entrevista de 2007 en la revista CARAS, tras ganar el Premio Nacional de Humanidades, dijo: “La paradoja concertacionista es cómo lograr una sociedad igualitaria y democrática con una Constitución no democrática y una conducción neoliberal… Es la cuadratura del círculo, mientras esto no se rompa, será imposible”. Además —en plena gestión de Michelle Bachelet 1—, predijo que tras 4 gobiernos de la Concertación, las siguientes elecciones las ganaría la derecha, y así fue. 

De ahí que tampoco le sorprendió el estallido social de octubre de 2019. Al mes siguiente renunció al PS, donde llevaba años sin reficharse, molesto por haberse acomodado en la administración del poder. “Ya no tenía ningún sentido seguir siendo un militante sonámbulo; lo que quería era unirme a la renovación de la izquierda. Además que había votado antes por Beatriz Sánchez y no por Guillier, como correspondió a los socialistas. Así que que- ría explorar nuevas vías de participación en la construcción de una izquierda y de un proyecto que superara los grandes déficits de la sociedad”, explica. Así, participó de la creación de Plataforma Socialista y luego, en febrero de 2020, en la formación de Fuerza Común, movimiento político con el que Garretón entró oficialmente al Frente Amplio donde, a sus 78 años, es el único integrante senior de la colectividad integrada mayoritariamente por millennials. 

—¿Cómo ha ido evolucionando esta relación con el tándem Boric-Jackson? 

—A Jackson lo conocí cuando era candidato a liderar la Feuc, en 2011. Hablamos muchas veces, él estaba interesado en mi experiencia como presidente de la misma federación en 1963 y 1964, cuando participé de la reforma universitaria. Luego conocí a Gabriel Boric, quien lideraba la Fech. 

Sin embargo, el sociólogo reconoce que no fue hasta abril de 2021 que sostuvo su primera conversación con el presidente electo. 

“Cuando comenzó la discusión por las opciones presidenciales, estuve junto a otras personas de Fuerza Común, entre ellos Fernando Atria, para convencer a Boric de que fuera candidato. Sabíamos que había que consolidar el nuevo ciclo político inicia- do con el proceso constituyente y era crucial que lo liderara un gobierno con legitimidad ante las grandes transformaciones que de- mandaba la sociedad chilena, con participación de la ciudadanía. De lo contrario, de continuar con los mismos actores, lo que acordara la Convención no sería implementado y vendría una crisis mucho mayor que el estallido de 2019. Fue una muy buena conversación y él quedó de pensarlo”. 

“Ahora el gestor político será el presidente de la República” 

Volvieron a verse las caras cuando Bo- ric ya era oficialmente el candidato del FA, previo a las primarias. “Fue para una ‘co- mida virtual’ para juntar fondos”, recuerda. “Estaba lleno de figuras jóvenes y yo era por lejos el más viejo. Me pidieron hablar al final para cerrar este encuentro. Ahí planteé que, si bien eran un fenómeno generacional, no podían seguir mirándose al ombligo sino que debían ser capaces de interpretar a las generaciones actuales que son diversas, algo que Boric entendía absolutamente. La otra cosa que dije es que, por muy bueno que sea el proyecto de izquierda, también debía representar al conjunto del país y no solo al grupo que lo iba a dirigir”. Y agrega: “Si hay una gran lección que dejó el gobierno de Salvador Allende es que para hacer transformaciones sociales revolucionarias por la vía democrática necesitas una mayoría política, algo que él no tuvo y que Boric ahora busca construir al tratar de convertir el 55% en algo que vaya más allá de una mayoría electoral y que reflejó la no- che del 19 de diciembre, cuando en su discurso dice que el proyecto se mantiene, pero a condición de sostenerlo en el largo plazo, para lo cual requiere contar con las mayorías que le permitan implementar las transformaciones que además están ligadas con el proceso constitucional”. —Sin embargo, se vio como un gesto de moderación, y surgió la idea de Gabriel Boric versión segunda vuelta… —¿Gabriel Boric moderado? Para mí esa es la calidad de estadista que tiene. 

—La nominación de Mario Marcel en Hacienda de hecho se interpretó como un cortafuegos para el programa. El PC ya ha mostrado su incomodidad… 

—Hay un error conceptual: el ministro de Hacienda de estos tiempos no es el mismo que en los momentos de auge del modelo neoliberal, como Foxley, Eyzaguirre, Aninat, cuando lo decidían todo o gran parte, y ellos eran los verdaderos presidentes. Esa era se terminó. Ahora el gestor político será el presidente de la República. Hay que tener en cuenta de que éste es el primer gobierno de izquierda desde Salvador Allende, y un gobierno de izquierda se caracteriza por poner a la política como el eje principal, mientras que los cálculos y eficacias de la gestión de los recursos están al servicio de ese proyecto político. Ahí Marcel, como él mismo lo ha dicho, tendrá el papel de contribuir a la implementación eficaz, con los recursos económicos necesarios para la realización de las transformaciones que se necesitan. 

—Así como la figura del ministro de Hacienda cambia, ¿qué pasa con la institución presidencial encarnada en la figura de Gabriel Boric? 

—Él tiene las capacidades para jugar los dos roles fundamentales que tiene el presidente en Chile: es el jefe de Estado y a la vez el jefe de Gobierno. En primer lugar, representa a la nación o naciones del país, a través de la realización de las políticas prometidas en su programa. Esa dimensión Boric la tiene en enorme proporción; entiende perfectamente lo que es ser un jefe de Estado, lo que es difícil de encontrar en alguien de 35 años, pero tiene una capacidad para conectar con la historia; él entiende que para realizar transformaciones profundas necesariamente se tocarán intereses y habrá tensiones. Sin embargo, veo en él un ADN “Mujiquista”, que llama al cuidado, al afecto, a entender que somos una comunidad política aunque tengamos que enfrentarnos, que el destino de uno depende del otro. Mujica hablaba de quererse, y a Boric le he visto esa veta. Y respecto a su función como jefe de Gobierno, Garretón señala: 

—También es el líder de la coalición, tal como el primer ministro en los regímenes parlamentarios. Y muchas veces ser jefe de Estado y de Gobierno es un problema, pero él tiene la capacidad de escuchar, representar con la tarea de dirigir, lo que es fundamental de gobernar. 

—¿Cuál es su visión sobre el rol del ministerio del Interior, que estará en manos de una mujer por primera vez n la historia? Se habla de un cambio no sólo de género. 

—Aquí hay un problema en la existencia de una cartera que es a su vez la jefatura política y encargada del orden público… Eso no puede continuar; hay que separarlo. Izkia Siches asumirá sobre todo el rol de jefa política, con su estilo que es muy particular. Además, es la única independiente, por decir así, del núcleo político. En cuanto al orden público, tengo la impresión de que hay en ella una visión de un Estado protector más que represor. 

—El segundo piso también será liderado por una mujer, Lucía Dammert. 

—El consejo de asesores tendrá una novedad muy grande y es que por primera vez que una mujer está en el cargo. Ella ha sido una muy buena asesora política y también maneja bien los temas de seguridad. Hay que ver cómo se constituye el resto del grupo, pero seguramente se tratará de un núcleo afiatado de asesores. Lucía ya había estado trabajando con Jackson, y me parece muy importante la relación con la Segpres, lo que la hace una designación acertada, que apunta al fiato que busca el presidente electo, sobre todo con su gabinete político y que se tiende a consolidar bastante con Dammert. De todas maneras, no es malo que el presidente tenga un consejo que, más que discutir las estrategias, que para eso tiene un muy buen gabinete político, sea un grupo de conversación donde se pueda plantear la relación permanente, a través de distintas visiones, entre lo contingente con las transformaciones y problemáticas de largo plazo, con una sociedad y una humanidad que está viviendo una transformación global dada la crisis ambiental, la sociedad digital, los cambios generacionales, el feminismo, la transformación de los territorios, etc. Tengo la impresión que el rol más estratégico que leía el segundo piso hoy lo tomará la Segpres. 

—Con Giorgio Jackson, un ingeniero. Otro cambio. 

—Es cierto, un ingeniero que ha sido diputado y que ha demostrado una capacidad de liderazgo político. La verdad es que soy muy admirador de él y de esa generación. En la mía, nuestro proyecto de sociedad fue generado por obras anteriores, llámese reforma agraria o la vía chilena al socialismo. Sin embargo, ellos tienen que ir construyendo su propio camino. Ese es su gran desafío. 

—Por lo mismo, el caso chileno está siendo seguido con gran atención por la izquierda en el mundo, especialmente la latinoamericana. 

—Es un fenómeno. Aunque la figura de Boric no captaría lo mismo, sería otro líder más, si no estuviera acompañado del proceso constituyente y la construcción de una nueva izquierda. Eso es lo que encarna, por eso su figura es tan importante afuera. Igual cada país tiene sus propios procesos, pero son elementos que pueden servir a las izquierdas latinoamericanas que harán las cosas a su manera. Aquí nadie le da lecciones a nadie.